El último Collado de Corral de Almaguer |
Existe una perversa satisfacción, mezcla de envidia, admiración y su poquito de odio, en contemplar la debacle de aquellos que están por encima de nosotros. Ser testigos de la desgracia de aquellos a los que envidiamos, especialmente en cuestiones económicas, físicas o de éxito social, produce en nosotros una sensación obscena rayana en la felicidad y un esbozo de sonrisa maliciosa, que no podemos alejar de los labios por más que choque con nuestra concepción cristiana de la compasión. Ver cómo caen esas “torres tan altas” que han sido objeto de muchas de nuestras conversaciones, produce en nuestras mentes una sensación de placer y equidad tan gratificante, que no dudamos en achacarla a la justicia divina y disfrazarla de lástima ante los demás, mientras lavamos nuestros malos pensamientos soltando esa vieja frase convertida por las telenovelas en compendio de la igualdad: “Los ricos también lloran”
Pero
esta historia no va de envidias obscenas ni venganzas personales, por
más que a lo largo de los siglos estuvieran siempre rodeados de
ellas, sino del hundimiento del mayor imperio económico de la
historia de Corral de Almaguer. La desaparición de la familia
Collado, el clan familiar más poderoso de la localidad y de la
comarca, que mantendría su dominio hasta el último cuarto del Siglo
XIX. Esta historia, en definitiva, nos habla de que nada permanece
para siempre y que todo cuanto existe bajo el sol tiene su hora.
Pero
como en cualquier historia que se precie, debemos comenzar por el
principio. Todo tiene un comienzo y el de esta poderosa familia, según
su propia leyenda, lo inició Gonzalo Gómez Collado allá por el año
1442, cuando se batió en duelo abierto con un musulmán de las tropas
de Mohamed IX “el Zurdo”. Consumada su victoria, Gómez Collado se
presentó ante el Rey Juan II (padre de Isabel la Católica) con la
cabeza de su oponente, recibiendo los honores reales así como la
hidalguía y título de “caballero de la Orden de la Banda” que
luce el blasón familiar que corona la Casa de los Collados.
Sin
embargo y aunque los títulos producen honores, resulta difícil
comprender de dónde les vino tanta y tan rápida riqueza. Los
documentos de la Orden de Santiago son claros a este respecto y nos
informan de que ya en tiempos de los Reyes Católicos poseían las
mejores tierras de la población -excluidas las de la Orden de
Santiago- vinculadas en un Mayorazgo. Profundizando más en el tema,
descubrimos al verdadero artífice de la grandeza económica y social
de esta saga familiar: El Comendador Juan Collado. El auténtico
ejemplo de lo que hoy en día, sin menospreciar en absoluto su valía,
denominaríamos estar en el lugar oportuno y en el momento adecuado.
Confirmación
del privilegio de hidalguía |
Juan Collado fue un hombre de letras en una época de caballeros guerreros que apenas sabían leer y escribir. Un hombre cultivado y abierto de mente que supo ganarse la amistad del último Maestre de la Orden de Santiago, don Alonso de Cárdenas, hasta convertirse en su secretario y consejero personal. Un caballero ambicioso que supo aprovechar su inteligencia para escalar los puestos reservados a la alta nobleza de la Orden de Santiago, a pesar de los recelos, enfrentamientos y humillaciones que hubo de soportar por parte de aquellos que se creían propietarios de su título por derecho divino.
Esa
estrecha amistad con el Maestre acabaría reportándole suculentas
ventajas económicas, gracias a los nombramientos de Comendador de
Mirabel (actual Miguel Esteban) primero, y pocos años después de Ocaña,
título reservado a las grandes familias del reino. A pesar de los
desplantes de la alta nobleza, Juan Collado se convirtió de la noche
a la mañana en un hombre económicamente poderoso al abrigo del
Maestre y hasta consiguió ser enviado en una ocasión a Roma, para
llevar unas cartas del Rey Fernando el Católico al Papa Clemente VII
(Julio de Médicis). Sin perder un momento, a la vuelta Collado añadió
a su currículum el título de Embajador. Entre tanto, nuestro
personaje se había casado con Teresa Suárez, hermana del comendador
Francisco Suárez, residente en Corral de Almaguer. Y aunque la dote
recibida por parte de su esposa no debió ser especialmente generosa,
dada la poca rentabilidad de la encomienda de su cuñado, Collado había
dado el primer paso para tejer la tupida red de matrimonios que elevaría
su familia a lo más alto.
En
una época en la que la ostentación era signo de riqueza, nuestro
comendador comprendió que, si quería ser tratado como un hombre
poderoso, debía parecer un hombre poderoso. Es por ello que,
aprovechando la presencia en la localidad de una cuadrilla de canteros
contratados para reformar la Iglesia parroquial, proyectó la
construcción de un espectacular palacio que lo igualara con las altas
dignidades del reino, además de una capilla destinada a recoger los
sepulcros de los fundadores, al igual que hacían las grandes familias
de la nobleza. Gastó en el empeño enormes cantidades de dinero, sin
ser consciente de que el destino le podía retirar su apoyo en
cualquier momento, como ocurrió en 1507 con la repentina aparición
de una terrible epidemia que acabó con su vida para siempre y puso
fin a sus ilusiones de grandeza. Sin los enormes ingresos del
Comendador, los proyectos quedaron paralizados y la familia se las vio
y deseó para pagar las deudas pendientes y cerrar las obras de la
manera más rápidamente posible. Del palacio apenas quedaron
terminadas dos de sus alas y un mínimo lienzo de fachada, mientras la
capilla tuvo que acabarse sin mayores florituras y sin los dos
sepulcros de tipo arcosolio que iban a contener los restos de los
fundadores.
Firma
de Juan Collado (por entonces Comendador de Mirabel) como
secretario |
Pero aunque el destino nos golpea con frecuencia y nos advierte de la vanidad de los esfuerzos humanos, Collado ya había puesto la semilla del futuro familiar. De los dos hijos varones que engendró con Teresa Suárez, al primogénito y heredero del mayorazgo, de nombre Gonzalo como su abuelo, lo desposó con María Ramírez de Alarcón, digna representante de dos de los apellidos más poderosos de la provincia de Cuenca, mientras a su hijo menor Juan, lo casó con Catalina de Santoyo, rica heredera del vecino pueblo de Villanueva de Alcardete y sobrina del Prior de Uclés Fernando de Santoyo. De estos dos matrimonios nacerían al menos ocho nietos del fallecido Comendador que abrirían el abanico de las relaciones familiares y emparentarían con lo más granado de la población y de toda la comarca. Ayllones, Gascos, Alarcones, Ramírez de Arellano, Almagueres, Águilas, Molinas, Santoyos, Peñalosas… etc. Pasarán a formar parte del amplio árbol genealógico de los Collados y unirán sus haciendas para mayor gloria de su linaje.
Comenzó
de esta manera una época de esplendor familiar que se alargaría a lo
largo de cinco siglos (hasta el último cuarto del Siglo XIX) y que
basaría su riqueza y poder en el establecimiento de contratos
matrimoniales ventajosos con otras familias de la comarca y el
continuo incremento de sus mayorazgos (instituciones que vinculaban
las tierras y demás posesiones al primogénito de la familia para
mayor gloria del apellido, sin posibilidad de venta, enajenación o
hipoteca; únicamente aumento). Debemos señalar a este respecto
que los miembros de la familia Collado, al contrario que los de otras
familias nobles de la localidad, no se distinguieron por sus méritos
en la política, la religión, la milicia o las letras. Antes bien, se
limitaron a cargos de poca relevancia en el ejército, algún hábito
de caballero en las órdenes militares, los típicos cargos concejiles
del Ayuntamiento y algún puesto como criado en la corte de Fernando
VII. Sin embargo, esa mentalidad conservadora de sus bienes, “gastar
poco y comprar mucho” (Eso que en Corral de Almaguer llamaríamos
espíritu Cuquillero) les reportó beneficios suficientes para
mantener a lo largo de los siglos la rama directa de la familia. No así
las ramas secundarias que se irían diluyendo poco a poco hasta su práctica
desaparición.
LINEA
SUCESORIA DE LA CASA Y MAYORAZGO DE LOS COLLADOS
JUAN
COLLADO (EL COMENDADOR DE OCAÑA). Fundador del Mayorazgo
de los Collados. CASADO CON TERESA XUÁREZ. Fallecido en 1507
GONZALO
GÓMEZ COLLADO XUÁREZ (HIJO DEL COMENDADOR) CASADO CON
MARIA RAMÍREZ DE ALARCÓN. Fallecido en la Batalla del Romeral
(octubre de 1521)
GONZALO
COLLADO RAMÍREZ DE ALARCÓN (HIJO DEL ANTERIOR) CASADO
CON ANA CAJA DE CUENCA.
BERNARDO
COLLADO RAMÍREZ DE ALARCÓN (HERMANO DEL
ANTERIOR). Fallecido el 5-07-1571. Vinculó sus bienes en su sobrino
Escudo de la Capilla de los Collados |
BERNARDO COLLADO DE ALARCÓN (HIJO DE GONZALO COLLADO Y SOBRINO DEL ANTERIOR) CASADO CON SU PRIMA ANTONIA COLLADO SANTOYO. Tras la muerte de su esposo, Antonia Collado casó en segundas nupcias con D. Fernando de Almaguer y Loaysa, heredero de los Almagueres, con el que tuvo cuatro hijos.
PEDRO
COLLADO DE ALARCÓN Y SANTOYO (HIJO DEL ANTERIOR) CASADO
CON ANA MARÍA DE ALARCÓN Y MEDINA. Capitán del ejército y
caballero de Santiago en 1623.
FRANCISCO
COLLADO SANTOYO. (HIJO DEL ANTERIOR) CASADO
CON LEONOR DE ESPINOSA EL 4-4-1644 (nacido en 1617 y testamento el
9-03-1696) Alcalde de Corral de Almaguer en 1643,1649 y 1650. HIJOS:
Francisco, Pedro, Juan Basilio, Isabel, Bárbara y Agustín
JUAN
BASILIO COLLADO ESPINOSA, (HIJO DEL ANTERIOR) CASADO
CON CATALINA DE SALAZAR Y ESPINOSA EN 20-07-1695. Nacido el 3-6-1655 y
testamento 1739. Alcalde en 1696 Y 1701. HIJOS: Rodrigo y Basilio José.
BASILIO
JOSE COLLADO SALAZAR, (HIJO DEL ANTERIOR) CASADO
CON MANUELA DEL AGUILA Y BELMONTE EN 6-12-1734. Nacido 4-3-1703,
casado el 6-12-1734 y muerto en 1773). Alcalde de Corral en 1747, 1748
y 1758. HIJOS: Juan Manuel, José Antonio, Francisco Andrés, Manuela,
Teresa y Ángela.
JUAN
MANUEL COLLADO DEL AGUILA (HIJO DEL ANTERIOR) CASADO
CON JUANA JERÓNIMA JOAQUINA DELGADO MONROY Y FIGUEROA de LILLO en
21-5-1765. Falleció en 1785. HIJO, Juan Manuel
JUAN
MANUEL COLLADO DELGADO MONROY (HIJO DEL ANTERIOR) CASADO
CON MARÍA JOSEFA LEONARDA RUIZ DE ALARCÓN EN 13-1-1795, nacido el
2-11-1772 y fallecido en 1809, TUVO 4 HIJOS a los que puso largos
nombres como hacía la nobleza: Juan Manuel Víctor Ramón Tomás,
Nicolás Alejandro Ramón Concepción, María Carlota Victorina
Francisca Ramona y Petra Regalada Merandra Ramona Pascuala
JUAN MANUEL COLLADO RUIZ DE ALARCON (HIJO DEL ANTERIOR) CASADO CON MARIA AGUSTINA DE AVELLANEDA Y FRANCO. Nacido en el año 1800 y fallecido el 31-3-1875, sin hijos. Sin línea directa de descendencia, legó todos sus bienes a su sobrino Tomás Collado Peralta de Lillo, que falleció cinco años después, también sin hijos, finalizando definitivamente la saga de los Collados de Corral de Almaguer.
D. JUAN MANUEL COLLADO RUIZ DE ALARCÓN
(el
último Collado de Corral de Almaguer)
Retrato
de Don Juan Manuel Collado |
Don Juan Manuel Collado Ruiz de Alarcón nació en 1800, coincidiendo con el comienzo de un nuevo siglo -el Siglo XIX- que vendría marcado por profundos cambios, guerras y convulsiones en todos los frentes de la sociedad. Cien años en los que se producirá el final del antiguo régimen señorial y el comienzo de un difícil avance hacia el liberalismo político y económico, con la aparición de la primera Constitución Española y el final de los privilegios de la nobleza y la iglesia en los procesos de desamortización y abolición de los mayorazgos. Un siglo en el que nuevos protagonistas (la burguesía y el ejército) tomarán las riendas de una España sumida en el atraso y profundamente traumatizada por las pérdidas de las colonias y el desastre de Cuba del 98. Una sociedad que aceptará con mucho recelo la llegada del ferrocarril, las máquinas y la industrialización.
Pero
estos cambios tardarán en llegar y apenas tendrán reflejo en las dos
Castillas y Andalucía, zonas tradicionalmente agropecuarias y de
mentalidad fuertemente conservadora, que verán como las tierras,
lejos de repartirse mejor entre los agricultores de los pueblos
–como pretendía la desamortización- pasarán a ser propiedad de
una nueva élite de latifundistas y caciques locales (señoritos) que,
en su afán de obtención rápida de beneficios, empeorarán las
condiciones de vida de los jornaleros y trabajadores del campo,
sembrando la semilla del malestar, las agitaciones y los posteriores
levantamientos obreros que les estallarán en la cara con la llegada
del siguiente siglo.
Ajeno
a todos estos cambios, de los que ni tan siquiera sería testigo, D.
Juan Manuel Collado y Delgado Monroy, padre de nuestro protagonista,
recibía pletórico la llegada de un vástago varón (Juan Manuel Víctor
Ramón Tomás) que aseguraba la línea sucesoria familiar y la
continuidad del linaje.
Un
niño criado entre algodones, como correspondía a su estatus social,
que se convirtió con tan sólo 9 años en el mayor terrateniente de
la localidad. Un niño rico de carácter bonachón y sensible, que veía
cómo a su paso los hombres mayores se quitaban la boina y agachaban
la cabeza en señal de respeto, controlado en todo momento por una
madre severa y poca amiga de gastos. Un niño que no despuntó en los
estudios ni en ninguna otra actividad de los de su clase y que,
fallecida su progenitora y tutora –María Josefa Ruiz de Alarcón-,
se dedicó al control de su hacienda junto a su administrador y
mayordomo personal, Eladio López Santacruz, al que consideraba como
un miembro más de su familia y al que legó un buen montón de reales
en su testamento.
Por
otro lado, no fue don Juan Manuel hombre mujeriego ni aficionado al
juego ni a las juergas en su etapa de juventud como correspondía a
los de su grupo social. Antes bien, habían calado profundamente en él
las convicciones religiosas inculcadas por su madre y, aunque
obviamente se juntaba con sus iguales para debatir el estado de la
nación en las tertulias del casino, al contrario de estos últimos
jamás tuvo ambiciones políticas ni interés por ocupar los cargos
del Ayuntamiento que ellos controlaban a su antojo.
Aprovechando
la desamortización de Mendizábal, don Juan Manuel aumentó aún más
su ya extenso patrimonio, haciéndose con propiedades que habían
pertenecido a la Orden de Santiago junto al Riansares, al otro lado de
la Sierra (dehesilla) y un buen pedazo del monte de la Moheda (futuro
monte higueras) que había sido propiedad del Ayuntamiento,
construyendo además el último molino de agua de la localidad, el
llamado molino nuevo o de Collado, cerca de la ermita. En la población,
mientras tanto, bien por compra, bien por herencia, D. Juan Manuel se
convirtió en el propietario de casi todos los inmuebles emblemáticos
de la villa, incluyendo la mayoría de los edificios de la calle de
los Collados, entre los que estaban las casas de los Ramírez de
Arellano y las de los Almagueres, las casas de la Encomienda en la
calle de Santa Ana, las antiguas casas de Terceros y Gascos (actual
colegio de la Salle), las casas de la cruz colorada, las de la calle
Chacón que pertenecieron a los Briceños y un sin número más de
viviendas que tenía alquiladas a miembros secundarios de su familia,
sin contar las huertas y solares cercanos a la población.
Como
era norma entre los de su clase, a don Juan Manuel Collado lo casaron
con otra rica heredera, en este caso de la zona de Estremera,
emparentada con los Martínez-Aedo de aquella localidad. Doña María
Agustina de Avellaneda era una mujer de tez muy clara y cuerpo
delgado, con posesiones en la provincia de Cuenca. Una mujer dulce y
de buen carácter de la que se enamoró perdidamente don Juan Manuel y
a la que guardó fidelidad durante toda su vida a pesar de no haberle
dado hijos. Y es que la desgracia acompañó a este matrimonio desde
el primer momento, pues pocos años después de los esponsales doña
María Agustina comenzó a presentar síntomas de una dolencia que
acabaría manteniéndola en cama el resto de su vida por más que se
consultasen los mejores médicos de la Corte. Una dolencia que
incrementaría aún más el cariño y los cuidados de don Juan Manuel
hacia su esposa y que lo llevaría a cambiar su residencia habitual en
la Casa de los Collados a otra con menos humedades y más protegida de
los aires del norte. La casa en cuestión, también de su propiedad,
era la de los Briceños en la Calle Chacón. Eso sí, como nobleza
obliga, no le gustó el pequeño escudo que ostentaba este emblemático
edificio en el dintel de su puerta y decidió llevarse el de los Ramírez
de Arellano situado en el comienzo de la calle de los Collados y
empotrarlo en su nuevo domicilio.
El
Patio de la Casa de los Collados alrededor del año 1910 antes
de su venta a Clemente Tradacete |
El
7 de junio de 1870 don Juan Manuel Collado, en plenas facultades
mentales y consciente de su avanzada edad, dictó testamento ante el
notario de la localidad Pedro Gabriel Fernández. En dicho testamento
y tras ordenar varios cientos de misas por su alma y las habituales
limosnas a los pobres del hospital y a los conventos para que rezaran
por su alma, donó a la familia de su esposa (los Martínez-Aedo de
Estremera) las tierras que poseía en los términos municipales de
Villar del Águila, Palomares del Campo y Torrejoncillo del Rey en la
provincia de Cuenca, que por la lejanía don Juan Manuel las tenía
bastante abandonadas, así como varios útiles de plata (bandejas,
escribanías y cubiertos) a los mencionados parientes de su esposa y a
doña Elvira Martín Palomino, mujer de su sobrino Tomás Collado
Peralta. No se olvidó de sus fieles mayordomos Eladio López
Santacruz y Petra López, a los que dejó 80.000 reales, además de un
cerdo cebado, la cama, colchones y sábanas de su esposa y las ropas
de él mismo cuando falleciera. Al resto de criados de la casa y
mayordomos encargados de la labranza y pastoreo legó las siguientes
cantidades: a Odón Domínguez (3.000 reales), a Cesario López y su
mujer Presenta Juárez (1.000 reales), a María Antonia Orgaz,
cuidadora de su esposa durante su larga enfermedad (900 reales), a
Domingo Villar (1.000 reales), a Nicanor Villar (500 reales), a los
demás criados de pastoreo y labranza y al resto de criados no
incluidos en los anteriores apartados (100 reales en metálico a cada
uno).
Por
lo demás, don Juan Manuel Collado, a falta de descendientes directos,
dejó como heredero universal de todos sus bienes y posesiones a su
sobrino Tomas Collado Peralta, de la cercana villa de
Lillo, hijo de su hermano Nicolás Alejandro Collado y de doña
Bernarda Peralta Rodríguez del pueblo de Villarrubio. Don Tomás
recibió con ello una auténtica lotería en forma de herencia que le
sirvió para sanear su economía y sostener numerosos pleitos con sus
familiares por una serie de bienes y propiedades procedentes de
antiguos mayorazgos heredados por su bisabuela Juana Delgado Monroy en
Casarrubios y Ventas con Retamosa. Don Tomás Collado estaba casado
con doña Elvira Martín Palomino y Mora, de Madridejos,
hija única de don Ildefonso Martín Palomino y Remón, registrador de
la propiedad en aquel municipio. Y como al destino le gusta jugar con
las sorpresas, cinco años después de la muerte de su tío, fallecía
don Tomás en su pueblo natal de Lillo, sin dejar descendientes y
legando la magnífica herencia de los Collados a su mencionada esposa.
DON
GUMERSINDO DÍAZ-CORDOVÉS
Muy encariñado con sus sobrinos y dispuesto a solucionarles el futuro, don Gumersindo cedió su puesto de Diputado por el distrito electoral de Orgaz a su sobrino José Díaz Cordovés, que lo mantuvo desde 1908 hasta 1923, una vez que su tío pasó a convertirse en Senador Vitalicio. No contento con eso, don Gumersindo medió también en el matrimonio de su sobrino con María Teresa González Besada, hija de don Augusto González Besada, ministro de Hacienda, Gobernación y Fomento durante el reinado de Alfonso XIII. Don José Díaz Cordovés heredó también el magnífico piso familiar de la calle Alcalá 75 -frente al retiro- pero, al contrario que su tío, en política mantuvo siempre un perfil bajo, dedicando su tiempo libre a su gran pasión, los automóviles. Gran aficionado a estas máquinas, que por aquel entonces causaban sensación y eran signo de riqueza, don José Díaz Cordovés poseía un Ford y un espectacular Lincoln para los grandes acontecimientos.
Posdata: No puedo terminar este artículo sin recoger una última mención a Don Juan Manuel Collado Ruiz de Alarcón “el último collado”. Y es que tras la orden de traslado de los cementerios fuera de las ciudades, promulgada en 1804 por Manuel Godoy, favorito del rey Carlos IV, el Ayuntamiento de Corral de Almaguer decidió cerrar los viejos lugares de enterramiento situados en el interior y exterior de la iglesia parroquial y las ermitas del término y comprar una tierra a don Juan Manuel Collado en el comienzo de la antigua Vereda de San Marcos (hoy final de la calle de la Cuerda y actual Colegio Público de Ntra. Sra. de la Muela). Allí se inauguró el 17 de noviembre de 1806 el primer cementerio extramuros de la villa, que costó un total de 11.300 reales y ocupaba una superficie aproximada de 3.000 metros cuadrados.
Con
cercas de pobre estructura (a base de tapial) y con una columna en el
centro del recinto rematada por una cruz de hierro, como único adorno
(hoy en la ermita), al nuevo camposanto se le añadió una pequeña
capilla adosada a uno de los laterales, que fue construida con las
piedras de la derruida ermita de la Concepción. Pasadas unas décadas
(entre 1855 y 1858), a continuación de esa pequeña capilla se
construyó una galería cubierta con cuatro alturas de nichos, que
ocupaban todo un lateral del cementerio. En esa galería cubierta
destacaban dos recintos apartados y separados por artísticas rejas.
El primero de ellos construido por la parroquia para enterramiento de
los sacerdotes y el segundo levantado por don Juan Manuel Collado para
sepultura de él mismo y sus familiares.
Columna
que estuvo situada en el centro del primer cementerio de Corral de Almaguer, trasladada posteriormente a la ermita |
Rufino
Rojo García-Lajara
(Noviembre
de 2004)
Mi especial agradecimiento a José Juárez Plaza, juez de paz de Corral de Almaguer durante muchos años, que me facilitó todo tipo de información y documentación escrita y fotográfica sobre el último Collado
Bibliografía:
A.G.S. Registro General del Sello. LEG:150111,2. Fecha 30-11-501, Confirmación del Privilegio de Hidalguía a Juan Collado, Comendador de Ocaña.
R.A.H. Colección Salazar. Tabla Genealógica de la familia Collado, vecina de Corral de Almaguer (Toledo) 9/309, fº 182.
Jerónimo López de Ayala Álvarez de Toledo, Conde de Cedillo Catálogo monumental de la provincia de Toledo. Diputación Provincial de Toledo.
Biblioteca Virtual de Prensa Histórica. Noticias y esquelas mortuorias de la familia Díaz Cordovés.
A.H.N. FC-Mº Hacienda, 7089, Exp97, Expediente de la contribución general sobre la renta de José Díaz Cordovés Gómez, correspondiente al ejercicio económico de 1933.
Rojo García-Lajara, Rufino. Grandezas y Bajezas de la aristocracia corraleña del Siglo XVI. Ed. Círculo Rojo (2011)
Rojo García-Lajara, Rufino. Corral de Almaguer en los Libros de Visitas de la Orden de Santiago. Ed. Círculo Rojo. (2021)
García Ibáñez, Gorgonio. Descripción Histórica de la Muy Noble y Leal villa de Corral de Almaguer. Año 1864