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Plaza
Mayor de Corral de Almaguer durante las fiestas de la función.
(comienzos del Siglo XX) |
Introducción
Muchos han sido los grandes inventos
que cambiaron el curso de la historia, facilitando el avance y el
progreso de la humanidad. Desde el fuego, la rueda y el arado, pasando
por la escritura, la imprenta, la bombilla y la máquina de vapor, o más
recientemente el automóvil, los antibióticos, el teléfono, la
televisión, el ordenador o internet, por citar algunos de los más
trascendentales, supusieron una auténtica revolución para la
sociedad y una mejora en las condiciones de vida de sus habitantes.
Tan arraigados se encuentran estos inventos en nuestro día a día,
que pocas veces nos hemos parado a pensar en sus orígenes y en la
cabeza pensante que los ideó.
Desde
el punto de vista de la historia como ciencia que estudia los
acontecimientos del pasado, si existe un invento que revolucionó esta
disciplina, ese fue la fotografía. La fotografía nos permite obtener
una imagen congelada en el tiempo, ya sea de nuestra vida, de nuestros
antepasados, de los acontecimientos que acompañan nuestra existencia o
de todo lo que nos rodea, sin necesidad de describirlo o pintarlo como
se hacía hasta entonces. Es por ello que este invento generó
importantes cambios en la cultura, el arte y la ciencia de nuestra
sociedad y supuso además el punto de partida para otros grandes avances,
como el cinematógrafo.
Orígenes
y evolución de la fotografía
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Primera
fotografía de la Historia (1826) tras 8 horas de exposición
Los tejados desde la habitación de Nicéphore Niepce |
La idea de capturar imágenes y
conservarlas ha acompañado al ser humano desde épocas muy
remotas y es la base de la aparición de la pintura y la escultura.
Ya en el 300 A.C. Aristóteles descubrió los fundamentos de la cámara
oscura (que son los mismos de la cámara fotográfica), obteniendo una
imagen reflejada, de forma invertida, en el fondo de una caja de
madera en la que sólo entraba la luz por un punto. El problema que
presentaba esa cámara oscura y que se alargará a lo largo de los
siglos, era cómo fijar esa imagen en algún tipo de soporte que la
conservara en el tiempo.
No
sería hasta comienzos del siglo XIX (1826) cuando el científico
francés Nicéphore Niepce, lograse los
primeros resultados mediante la
prolongada exposición de la luz que entraba por el objetivo de la cámara
oscura, sobre una placa de peltre cubierta de betún de judea. Nada
menos que 8 horas tardó para conseguir esa fotografía inicial tomada
desde la ventana de su habitación. Años más tarde su socio Louis
Daguerre utilizó
una placa de cobre impregnada de sales de plata para fijar la imagen, reduciendo
enormemente el tiempo de exposición. Nacían de esta manera (1839)
los llamados daguerrotipos que
posibilitaron la aparición de los primeros retratos y se convirtieron
en la forma más conocida de la fotografía durante mucho tiempo. El
problema era que este procedimiento no permitía hacer copias y los
vapores de mercurio del revelado eran muy perjudiciales para la salud.
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Daguerrotipo
del Infante Francisco de Paula de Borbón
Último comendador de Corral de Almaguer |
A partir del
año 1855 se generalizó una nueva técnica a base de un barniz,
conocido como colodión húmedo, que permitía
positivar muchas copias en papel a la albúmina, con gran nitidez y
amplia gama de tonos grises, reduciendo además el tiempo de revelado.
En
el último cuarto de siglo (1871) aparecen las llamadas placas
secas al gelatino-bromuro, que permitían
emplear materiales secos y reducir el tiempo de exposición a un
cuarto de segundo. Además ya se utilizaba el flash de magnesio que
producía esos fogonazos de luz que hemos visto en las películas de la
época y las cámaras de fuelle que facilitaban el enfoque. Todos
estos sistemas se basaban en procesos artesanales, y requerían
destrezas manuales significativas por parte de los fotógrafos, así
como conocimientos prácticos de química y física.
Para
el año 1888 la empresa americana kodak sustituyó
las placas de vidrio por carretes de papel fotosensible y sacó al
mercado las cámaras Kodak 100 Vista, que utilizaban carretes de 100
fotos circulares. A partir de ese momento la fotografía se hizo
accesible al gran público, que sólo debía fijar el objetivo y
presionar el botón. Del revelado se encargaba el laboratorio de Kodak,
que después enviaba las imágenes en papel al cliente. Años después
sacaría al mercado el carrete de celuloide (plástico tratado)
utilizado hasta la aparición de la fotografía digital y que permitía
conservar los negativos.
En
1920 el inventor y fotógrafo alemán Oskar Barnack introdujo al mercado
la cámara Leica, famosa por la calidad de sus
lentes y la utilización del formato de película de 35 milímetros
(inventado por Edison), que permitía disminuir el tamaño de las cámaras
fotográficas. A partir de entonces la fotografía se extendió por el
mundo y se convirtió en la mejor aliada de los reporteros gráficos que
por fin pudieron captar la realidad del sufrimiento humano en las
guerras. No pasó mucho tiempo para que aparecieran nuevos fabricantes
de cámaras (Kodak, Agfa, Contax, Zenit, Canon, Nikon, Pentax…) que irían
poco a poco mejorando los modelos y los carretes de película con la
irrupción del color. Su comercialización a gran escala conseguiría
finalmente que las cámaras analógicas de fotos fueran un instrumento
cotidiano para la población.
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La
presencia de los reporteros gráficos,
permitió conocer la cruda realidad de las guerras |
A finales del siglo XX la era digital irrumpió
de lleno en la fotografía, posibilitando tomar fotos mediante medios
electrónicos que permitían visualizar el resultado de manera instantánea
y almacenarlo en tarjetas de memoria. Es el final de la época del
celuloide y también del carácter objetivo de la fotografía al
admitir su posterior manipulación. Sin embargo, esa manipulación
abrió las puertas a un nuevo mundo de creatividad, al permitir
mezclar lo real y lo virtual en un nuevo tipo de imágenes híbridas
que definen estas creaciones.
La
última revolución de la fotografía lo constituye la aparición de los
teléfonos móviles, smartphones, con cámaras
incorporadas y cada vez más megapíxeles de resolución, que han
supuesto la práctica desaparición de las cámaras compactas.
Finalmente
en los próximos años seremos testigos de la irrupción de la Inteligencia
Artificial en el mundo de la fotografía, que a
buen seguro nos deparará muchas sorpresas.
La
fotografía en Corral de Almaguer
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Esta
fotografía de la Casa de Higueras (finales del Siglo XIX) es
probablemente
la fotografía más antigua de la localidad, pues en ella todavía
no aparece la barandilla de la plaza. |
Aunque tenemos constancia de que ya se
venían tomando fotos en Corral de Almaguer desde el último tercio
del Siglo XIX, desconocemos quién fue el primer individuo que llevó
una cámara fotográfica a la localidad y cuál fue el objeto o la
persona que tuvo la suerte de aparecer en la primera instantánea de
su historia. Ni que decir tiene que en esa persona debían concurrir
un cierto grado de curiosidad, espíritu científico y estatus social,
pues al conocimiento de la técnica había que añadir una holgada
situación económica que le permitiera adquirir un objeto todavía
costoso y elitista. Y dada la época de pobreza, miseria y
analfabetismo que atravesaba Corral de Almaguer a finales del Siglo
XIX, es lógico pensar que fueran alguno de los terratenientes
afincados en la localidad, o quizás alguno de los aristócratas y
burgueses de medio pelo que aún pululaban por la villa.
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Fiestas
de la Función a principios del Siglo XX |
Hay que aclarar que la mayoría de ellos
hacía tiempo que se habían apuntado a la moda de retratarse en sus
viajes a la capital, sustituyendo los caros retratos en pintura que
colgaban de sus paredes, por los nuevos daguerrotipos y otros formatos
que reflejaban con total fidelidad su verdadero rostro, sin los
retoques habituales de los pintores. Pero aunque la fotografía
causaba sensación en la España de finales del Siglo XIX y de vez en
cuando algunos fotógrafos ambulantes aparecían por la localidad,
todavía quedaban muchas décadas para su extensión definitiva por
todas las capas de la sociedad.
Y
fue a comienzos del Siglo XX, atisbando las posibilidades de negocio que
presentaba esta nueva tecnología, cuando se fueron estableciendo en las
distintas ciudades españolas y pueblos de cierta importancia, una serie
de profesionales en el arte de la fotografía. En nuestra zona,
Quintanar de la Orden, como pueblo más próspero e industrial, sería
el lugar elegido para fundar los primeros estudios de la mano de los fotógrafos
José Portal y Joaquín Arnau, pioneros en recoger no sólo la vida,
costumbres y hechos históricos del Quintanar de los años 20 en
adelante, sino también la de algunos pueblos de la comarca, gracias a
sus muchas salidas y encargos en las localidades vecinas. Especial mención
merece Arnau, pues a su trabajo como fotógrafo local unió su faceta de
reportero gráfico en momentos cruciales de nuestra historia reciente,
como fue la guerra civil.
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Salida
de la Virgen a comienzos del Siglo XX |
Pasada la contienda y las muchas
carencias y sufrimientos de la posguerra, nuevos fotógrafos
aparecieron en la comarca dispuestos a aprovechar los atisbos de
recuperación que parecían brillar en el horizonte. José Moreno y
Graciano Cencerrado en Quintanar de la Orden, Pascasio y Jesús
Cencerrado en Tarancón y el toledano Emilio Flores en Villacañas, se
convirtieron en los fotógrafos habituales de Corral de Almaguer, si
bien todavía de manera ambulante. Como auténticos artesanos de la
realidad, capaces de reproducirla en placas de vidrio y fijarla
posteriormente en papel fotográfico, pasaron a convertirse en los
mejores aliados de la memoria de nuestros pueblos. Aprovechando las
fiestas de la Función, la Feria y otras fechas señaladas, estos fotógrafos
itinerantes montaban sus tenderetes en la plaza, ayudándose de telas
pintadas con paisajes imaginarios y burritos de cartón piedra, para
retratar a niños y adultos.
Los
Cencerrado, una saga de fotógrafos en Corral de Almaguer
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Carromato
ambulante de los hermanos Serafín y Pascasio
Cencerrado a comienzos del Siglo XX |
A comienzos del siglo XX, los hermanos
Serafín y Pascasio Cencerrado, naturales de la toledana villa de
Urda, decidieron romper con los oficios de albañil y calero que habían
ejercido hasta entonces por tradición familiar, para llevar a cabo el
sueño de sus vidas y convertirse en fotógrafos profesionales. De
forma totalmente autodidacta –como se hacía por aquellos tiempos- y
tras no pocas pruebas y errores, consiguieron dominar la complicada técnica
de la fotografía, hasta convertirse en dos de los grandes
“retratistas” de la comarca.
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Cámara
original de fuelle
de Pascasio Cencerrado |
Utilizando como estudio el corral de su
casa, la plaza de la iglesia o los patios de los vecinos, los hermanos
Cencerrado comprobaron in situ las enormes posibilidades de la
fotografía, observando la curiosidad, atracción y posterior
demanda que suscitaba entre las distintas capas de la sociedad.
Ambiciosos como eran y con ganas de labrarse un futuro, no tardaron en
ampliar horizontes incorporando a su ruta los pueblos más destacados
de la comarca e incluso algunos de Ciudad Real, adonde acudían de
manera ambulante con su carromato de mulas entoldado, en cuya lona
destacaba el letrero de los hermanos Cencerrado. Con sus trípodes y cámaras
de fuelle al hombro y sus fogonazos de magnesio para iluminar la
instantánea, sus placas de vidrio comenzaron a recoger las grandes
efemérides de la vida de los manchegos de comienzos de Siglo y también
de la muerte, que por aquel entonces no eran raros los retratos de cadáveres
retocados y sentados para la ocasión junto a sus familiares.
Y
como el negocio prosperaba y el campo de actuación era inmenso por
aquellos años, los Hermanos Cencerrado acabaron por separarse para
abarcar más poblaciones y posibilidades de negocio. Fue de esta manera
que Serafín y sus 6 hijos (que ya dominaban a la perfección el arte de
la fotografía) se distribuyeron por Quintanar de la Orden, Ocaña,
Daimiel, Almagro y hasta algunos pueblos de Extremadura (Azuaga y Cabeza
de Buey), mientras Pascasio y su hijo Jesús lo hacían por Mora y
Tarancón.
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Pascasio
y su hijo Jesús en su estudio de la
plaza de Tarancón |
En esta última zona es donde trabajaba
nuestro personaje, Jesús Cencerrado, atendiendo el estudio de Mora y
de manera ambulante -ayudado de su motocicleta- los pueblos que
atravesaba camino de Tarancón. Fue de esta manera que recaló en las
fiestas patronales de Corral de Almaguer, quedando asombrado por la
cantidad de habitantes del municipio y la falta de un fotógrafo
residente. Sin pensarlo dos veces Cencerrado atisbó las posibilidades
de negocio y decidió abrir, allá por el año 1957, un pequeño
estudio fotográfico en la calle de la amargura, junto a la churrería
de Antonio y Crescencia. Aunque la competencia con el fotógrafo
Flores (que acababa de abrir un estudio en Villacañas) era feroz,
pues este tenía adjudicadas las fotografías del colegio de la Salle,
Jesús no se arredró y comprendió que había trabajo de sobra para
todos, con la aparición de las fotografías de carnet y las muchísimas
bodas, bautizos, comuniones y sobre todo procesiones que tenía esta
localidad. Precisamente el hecho de que los nazarenos de Corral de
Almaguer fueran con la cara descubierta, le abrió un enorme campo de
trabajo al querer posar todos junto a las distintas imágenes de sus
respectivas cofradías.
Jesús
Cencerrado (9/10/1932-18/05/2022) era
en los años 60 un joven alto, bien parecido, cuidadoso de su apariencia
y fama de mujeriego, que no parecía tener prisas por casarse ni formar
una familia. Pero el destino, que es harto impredecible, quiso que en
uno de sus viajes a Ocaña, por tema de negocios, descubriera a la bella
Carmina Comendador, telefonista de profesión, de la que quedó
inmediatamente prendado al más puro estilo flechazo. Carmina tomaba un
café junto a unas amigas en un bar de la plaza, cuando Jesús,
atractivo e irresistible como se sentía, se acercó sin rubor alguno y
entabló conversación con la guapa telefonista que, pasados unos meses
de encuentros y enamorada hasta las trancas del fotógrafo, venció las
reticencias familiares y otorgó el sí esperado a su futuro marido. Así
comenzó la saga familiar de los Cencerrado en Corral de Almaguer.
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Carmina
y Jesús en la plaza de Ocaña. |
Corrían buenos tiempos y las numerosas
actividades religiosas, civiles y festivas del municipio, junto al
creciente número de revelados y venta de carretes, les proporcionaban
los suficientes recursos para vivir desahogadamente. Con la mejora de
sus condiciones de vida, aprovecharon también la ocasión de adquirir
un pequeño edificio en la calle de las tiendas (antigua taberna de
Pescadilla) para establecer su vivienda y estudio en el mismo centro
de la localidad. Allí nacieron sus cuatro hijos, dos niños (Jesús e
Isaac) y dos niñas (Carmina y Celia) que colmarían de dicha a la
familia. Pero como la felicidad parece estar reñida con la
persistencia y el sufrimiento tiene por costumbre acompañar a la
alegría, la desgracia vino a machacar de forma repentina y brutal a
la familia Cencerrado, de la manera más dolorosa y cruel para un
matrimonio: la pérdida de un hijo. Un hecho que inevitablemente
marcaría a la familia para la posteridad.
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Jesús
Cencerrado en su estudio
retocando fotografías |
Y pasó el tiempo, mucho tiempo, y poco a
poco se fueron curando las heridas de la memoria -que no las
cicatrices del alma- hasta que un buen día el destino decidió
devolver a la pareja las perdidas sonrisas infantiles con la llegada
de un nieto. Serán los últimos momentos de felicidad para Jesús,
que pocos años después vería cómo se instalaba en su cerebro una
terrible neblina que lentamente iba desvaneciendo su memoria. Jesús
Cencerrado falleció el 18-5-2022 afectado de Alzheimer y se encuentra
enterrado en el cementerio de la localidad. En sus miles de negativos,
fruto de su actividad profesional durante el último tercio del Siglo
XX, se encuentra encerrada buena parte de la memoria histórica de
Corral de Almaguer.
El
relevo lo tomó en el año 1999 su hijo Isaac Cencerrado, que desde niño
venía ayudando a su padre en los reportajes de bodas y que, a pesar de
su título de ingeniería, decidió continuar con la tradición
familiar. Hoy, Isaac reconoce que no corren buenos tiempos para la
profesión, pues la llegada de la fotografía digital, la creciente
resolución de las cámaras de los móviles y el escaso número de
bodas, han supuesto una merma importante en sus ingresos económicos. Si
a lo anterior añadimos la posible incidencia de la futura inteligencia
artificial, comprenderemos el mar de dudas en el que se mueven los fotógrafos
profesionales de hoy en día.
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Isaac
Cencerrado,
Continuador de la saga familiar |
Sin embargo, lejos de suponer una amenaza
para la profesión y tal y como ocurriera en su momento con la
fotografía digital, creo que la Inteligencia Artificial acabará
convertida en una herramienta muy útil para aquellos fotógrafos que
se apunten al carro de la innovación, pues aunque pueda generar imágenes
a partir de múltiples descripciones, jamás podrá reemplazar la
creatividad y el ojo artístico de un buen fotógrafo
profesional.
Rufino
Rojo García-Lajara (Noviembre
de 2023)
Nota:
Mi más sincero agradecimiento a Carmina Comendador, viuda de Jesús
Cencerrado, que amablemente se dejó entrevistar, así como a sus
hijos Isaac, Carmina y Celia, que me proporcionaron fotografías y todo
tipo de facilidades.
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