Fueron muchos los vecinos de
Corral de Almaguer que a lo largo de la Historia decidieron
labrarse un futuro lejos de su localidad natal, e incluso más allá
de las fronteras peninsulares. Ya fuera por espíritu aventurero,
ya por intentar amasar una jugosa fortuna, o simplemente porque así
lo exigía su condición de funcionarios del reino, soldados, o
miembros de alguna comunidad religiosa, la realidad es que desde
el descubrimiento de América y las islas del pacífico, no
faltaron corraleños afincados en los más remotos lugares del
mundo conocido.
Y aunque la mayoría de ellos lo hicieron de forma anónima y de
su recuerdo poco o nada ha trascendido, quinientos años después
siguen apareciendo documentos que nos permiten recuperar para la
memoria histórica de Corral de Almaguer, los nombres de paisanos
que participaron en increíbles expediciones y aventuras, cuya
temeridad, valor y osadía, dejarían en pañales a los actuales
protagonistas de las películas de aventuras.
Y es que, tras el descubrimiento de América de 1492, se abrió la
veda para que una serie de personajes osados, aventureros y con
frecuencia temerarios, arriesgaran sus vidas y las de sus hombres
en la conquista de nuevos territorios y sobre todo en la búsqueda
de las grandes riquezas y tesoros de que hablaban las primeras crónicas
que llegaban del otro lado del atlántico.
La conquista de la Florida
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Galeón español utilizado por los conquistadores |
Fue el conquistador y gobernador de
Puerto Rico, Juan Ponce de León, quien en febrero de
1512 decidió organizar una expedición de tres barcos en busca de
las legendarias tierras de Bímini, situadas al norte de la isla
de Cuba donde, según las leyendas de los indios, se encontraba la
fuente de la eterna juventud. Tras partir de Puerto Rico un 3
de marzo y sobrepasar las islas Lucayas (Bahamas), el 2 de abril
de 1513 desembarcó en la costa oriental de Norteamérica,
probablemente cerca de Cabo Cañaveral, convencido de que acababa
de descubrir una gran isla. Como ese día coincidía con el de la
Pascua de Resurrección o Pascua Florida, decidió ponerle el
nombre de la Florida.
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Primera Expedición de Ponce de León a la Florida (Año 1513) |
Después de tomar posesión del
territorio en nombre de la corona española, Ponce se dispuso a
bordear la costa hacia el sur, chocando en su avance con una
poderosa corriente marítima que les impedía la navegación aún
con el viento de popa. Sin quererlo, habían descubierto la
famosa Corriente del Golfo (Gulf Stream), que tanto ayudaría
a los navegantes en sus viajes de regreso a Europa.
Tras rodear la punta de la Florida
por una zona de cayos que denominaron “de los mártires”
y sufrir una escaramuza de los indios Tequestas, decidieron
ascender por el otro lado de la supuesta isla, hasta encontrar una
bahía protegida de las olas (la antigua bahía de San Carlos,
actual Charlotte Harbor) en la que poder arreglar uno de sus
barcos. Pasados apenas unos días, volvieron a ser atacados por
los indios (en esta ocasión Los Calusas), que dieron
muerte a uno de los tripulantes. Esta circunstancia motivó el que
Ponce decidiera volver a Puerto Rico, descubriendo de camino una
isla, que llamó de las tortugas, donde pudo abastecerse de
la carne de estos quelonios así como de la de los alcatraces.
Al año siguiente (1514) Ponce regresó
a España para dar cuenta de su descubrimiento al Rey Fernando el
Católico, recibiendo de éste los títulos de Adelantado,
Justicia Mayor y Gobernador de las tierras de Bímini y de la
Florida, además de Capitán de la Armada contra los indios
Caribes, cuyo desempeño le ocasionó numerosos problemas.
Desde
esa fecha y hasta la expedición de Menéndez de Aviles de 1565,
se sucedieron varios intentos de conquista y colonización de la
Florida, con resultados catastróficos:
·
En 1526 Lucas
Vázquez de Ayllón organizó una expedición con 600
personas. Aunque logró fundar un primer asentamiento en la actual
bahía de Chesapeake, los indios, las tormentas y la escasez de víveres,
hicieron que la colonia fuera un fracaso y sólo pudieran regresar
a la Habana 150. Vázquez de Ayllón no estaba entre ellos.
·
En 1528 Pánfilo
de Narváez partió desde Cuba con 450 soldados y 150
marineros, esposas y sirvientes, desembarcando tras numerosos
contratiempos en la bahía de Tampa, región de los nativos
Tocobaga, en el actual St. Petersburg. Sin fundar ningún
asentamiento costero, decidió internarse hacia el norte, en el
territorio de los Indios Apalaches y Timucuas donde, después de
recorrer durante ocho años el suroeste norteamericano (actuales Alabama,
Mississippi, Luisiana, Texas, Nuevo México, Arizona y parte de
California), sólo consiguieron regresar cuatro hombres entre
los que no se encontraba Pánfilo de Narváez.
·
El 18 de Mayo de 1539,
partió de la Habana otra expedición al mando de Hernando
de Soto, formada por 650
hombres y 223 caballos. Tras desembarcar en la bahía de Tampa
como la anterior, se internaron profundamente en los actuales
Estados Unidos, viviendo una auténtica odisea que les llevó a
recorrer cerca de 6.500 kilómetros en tres años, por los
actuales estados de Florida,
Georgia, las Carolinas,
Tennessee, Alabama, Mississippi, Arkansas,
Oklahoma, Luisiana y Texas, para
regresar al golfo de México sin haber conseguido el oro y la
plata esperados. Eso sí, en su trayecto descubrieron el río
Misisipi o rio Grande, y se convirtieron en una extraordinaria
fuente de información sobre la geografía, fauna y flora del sur
de Norteamérica, amén de las tribus que la poblaban y sus formas
de vida. Sobrevivieron alrededor de la mitad, aunque Hernando de
Soto no estaba entre ellos.
Después de esta última expedición
y tras constatar que no existían grandes riquezas en la zona ni
peligro de asentamiento por parte de otros países, la corona española
olvidó esta parte de América, concentrando sus esfuerzos en la
protección de la península de la Florida –que permanecía aún
sin colonizar- como parte estratégica del golfo de México.
Sin embargo, transcurridos poco más
de veinte años (1564), 300 franceses luteranos arribaron a la
Florida (cerca del actual Jacksonville) y construyeron un fuerte
-al que denominaron Fort Caroline- mientras esperaban la llegada
de otra expedición más numerosa dirigida por el Capitán Ribault.
Informado el rey Felipe II de la amenaza que suponía la colonia
francesa para los intereses económicos y religiosos españoles,
decidió enviar al Capitán General de la flota de Indias, Pedro
Menéndez de Avilés (uno de los mejores navegantes de la Historia
de España) caballero de la Orden de Santiago y comendador de
Santa Cruz de la Zarza, para que borrara del mapa el asentamiento.
La colonización de Menéndez de
Avilés
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Menéndez de Avilés como Caballero de Santiago |
Desde allí atacó y destruyó el
asentamiento francés, exterminó a todos los soldados que no se
declarasen católicos en la bahía que desde entonces lleva el
nombre de “Matanzas” y renombró el fuerte como de “San
Mateo”. Acabado este sangriento episodio, Avilés se dirigió a
Cuba en busca de ayuda urgente para los soldados y colonos que se
habían quedado en San Agustín, dado que aquellas tierras eran
poco propicias para la agricultura y las incursiones de los indios
les impedían salir del fuerte en busca de frutas y carne de caza.
En la Habana se encontró con parte de los barcos que se había
extraviado y con la negativa del gobernador a proporcionarle ayuda
y suministros. Esa total obstrucción, fruto de ese pecado tan
español que es la envidia, forzaría a Menéndez de Aviles a empeñar
todo cuanto tenía, para enviar barcos a distintos lugares del
golfo de México en busca de alimentos y otros suministros para la
Florida.
Mientras Avilés buscaba
desesperadamente provisiones con las que socorrer el asentamiento
de San Agustín, el Rey Felipe II ya había armado otra expedición
de refuerzo y avituallamiento con destino a Cuba y la Florida
(dirigida por el general Sancho de Arciniega) ante la noticia de
que los franceses estaban preparando una gran flota con la que
castigar los asentamientos españoles del Caribe. Es en esa
expedición donde encontramos a los corraleños que participaron
en la conquista y colonización de la Florida.
Pero antes de comenzar con los pocos
datos que nos han llegado sobre nuestros paisanos, quiero recoger
que Menéndez de Avilés constituye el prototipo de buen
conquistador español: valiente, generoso, fiel, honrado, noble,
diplomático hábil y gobernador inteligente y riguroso, capaz de
lidiar, no sólo con la lógica agresividad de los indios, sino
con la incomprensión de sus propios soldados, que en no poca
ocasiones se le amotinaron por las inhumanas condiciones que
llegaron a soportar.
Afortunadamente y después de no
pocas penurias, Avilés logró entablar amistad con los caciques
de las principales tribus de la zona, a los que trató siempre con
respeto y educación, integrándolos amistosamente en el proyecto
colonizador y sin hacer uso de las armas a no ser que fuesen casos
extremos. No olvidemos que los indios de La Florida eran muy
guerreros y se hallaban en lucha constante entre sí. Avilés
encaminó sus esfuerzos a que depusieran sus odios, olvidasen
antiguas diferencias y pactasen franca amistad, convirtiéndose no
pocas veces en juez de sus muchas rencillas. Tras apaciguar a los
indios, se dedicó a explorar las costas de Georgia y la zona
meridional de Carolina del Sur, fundando nuevos asentamientos e
iglesias, como Guale y Santa Elena. Nuevos pueblos como San
Felipe, Tequesta y Tocobaga, además de fortines como los de Joada,
Guiomae, Lameco, Cauchi y Guatari, para todo lo cual le facilitó
mucho el casarse con la hermana de uno de los indios más
belicosos y poderosos de la zona: Saturiba.
Corraleños en la expedición de
Sancho de Arciniega
Conocemos, gracias a las recientes
investigaciones de J. Michael Francis, que al menos 18 soldados de
Corral de Almaguer participaron en la conquista y colonización de
la Florida. Todos llegaron en la expedición del vizcaíno Sancho
de Arciniega de 1566, como refuerzo del primer gobernador oficial
de aquellas tierras, el adelantado Pedro Menéndez de Avilés. El
convoy estaba formado por 17 barcos y 1500 hombres, de los cuales
una buena parte habían sido reclutados por el capitán Pedro García
de Redrobán.
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Capitán de los Tercios Españoles |
Sin embargo, la trayectoria de
nuestro paisano no fue todo lo ejemplar que se esperaba, y pronto
se vio envuelto en traiciones y rebeliones contra el gobernador y
adelantado Menéndez de Avilés, que –como soldado- le valieron
la pena de muerte. Afortunadamente Avilés era un hombre generoso
y le permitió la apelación en España, librándose de la pena
capital a cambio de enrolarse en la brutal represión de los
moriscos de las alpujarras de 1568. Pocos años después (1582) lo
encontramos llevando armas a Popayán (Colombia), donde se le
pierde la pista.
Junto al capitán Pedro García de
Redrobán, aparecen en la lista tres cabos o jefes de escuadra,
también de origen corraleño: Joaquín de Carrascosa, Pedro de
Reolí (cuyo apellido daría nombre a un famoso camino de la
localidad) y Joaquín de Redrobán, primo del capitán
Redrobán y, como él, de carácter violento y poco disciplinado.
Joaquín promovió un motín en el fuerte de San Mateo contra las
órdenes del alcaide -el sargento mayor Gonzalo de Villarroel- lo
que le valió la máxima pena tras un juicio presidido por el
propio Menéndez de Avilés. Esta vez sí se cumplió la condena.
Vienen a continuación los arcabuceros,
soldados que portaban gruesos fusiles conocidos como arcabuces,
para cuyo letal disparo de corto alcance se necesitaba una
horquilla, dado su gran peso y retroceso, además del auxilio de
las picas mientras se volvía a cargar. Arcabuceros de la expedición
de Arciniega fueron los corraleños: Alonso Díaz Leñero, Juan
de Lara, Francisco López y Antón Sánchez.
La jerarquía más baja dentro de los
tercios españoles, pero la que más fama y prestigio le reportó
a lo largo de los siglos XVI y XVII, la formaban los piqueros.
Soldados armados con las famosas picas de Flandes o lanzas de más
de 5 metros, que integraban el grueso de la compañía. Los
piqueros sujetaban la pica con la mano izquierda y la clavaban en
el suelo formando un ángulo de 45 grados (para resistir la
embestida de la infantería y caballería contraria) mientras con
la mano derecha empuñaban la espada.
Estos piqueros iban protegidos con el
típico casco o morrión español del siglo XVI, y los más
afortunados con una armadura de medio cuerpo, conocida como “coselete”,
que se costeaban ellos mismos. Piqueros corraleños con coselete,
fueron: Juan de Ayllón, Juan Celemín, Pedro García, Alonso
Lozano, Alfonso Lozano, Antonio Osorio y Juan de Redrobán. Y
piqueros a secas, sin coselete, lo fueron: Alonso García
Notario y Pedro Pardillo.
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Piqueros de los Tercios Españoles en formación de ataque |
De la vida y andanzas de estos
soldados nada más hemos podido averiguar, por lo que no conocemos
cuántos sobrevivieron a los ataques de los indios y a las
incursiones de franceses e ingleses, ni cuántos consiguieron
regresar a su localidad natal.
Evolución de la Florida
.- En 1763 y como consecuencia de la
guerra de los siete años, España cedió la Florida a Gran Bretaña
por el tratado de París.
.- En 1783 España recuperó la
Florida por el tratado de Versalles, que puso fin a la guerra de
independencia americana.
.- En 1819 España se vio obligada a
vender la Florida a Estados Unidos, mediante la firma del tratado
Adams-Onís
Los Indios
No puedo acabar el presente artículo,
sin hacer mención especial de los habitantes naturales de
aquellas tierras –los indios de las diferentes tribus de la
Florida y América del Norte- auténticos perdedores de la
conquista del hombre blanco y cuyo futuro se vería gravemente
afectado desde entonces. Y es que a pesar de que los españoles
acabaron estableciendo relaciones de auténtica amistad con los
componentes de las diferentes tribus, e incluso se mezclaron
entre sí conformando ese apasionante mundo mestizo tan
enriquecedor y característico de América Central y del Sur, en
Norteamérica su presencia y cultura se vio gravemente afectada
por la brutal ambición y expansionismo anglosajón, además de
por las diferentes enfermedades y costumbres europeas que los
fueron exterminando y reduciendo a las actuales reservas indias.
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Pareja de Indios Semínolas de la Florida |
En la zona de la Florida que nos
ocupa, las tribus Calusas, Tequestas, Tocobagas, Ays,
Timucuas, Apalaches, Yamasis etc… acabaron englobadas,
tras la llegada de las tribus Creeks expulsadas
por los ingleses de la zona de Georgia y Alabama, en la llamada
nación Semínola. Después de varias rebeliones contra
los norteamericanos a comienzos del siglo XIX, los semínolas
acabaron reducidos y arrinconados en dos grupos: el más
numeroso vive en Wevoka (Oklahoma) y el otro sigue viviendo en
Florida, en las reservas de Big Cypress, Brighton, Dania,
Seminole y Tamiami Trail.
El resto de tribus de América del
Norte no corrieron mejor suerte, y el exterminio, la expulsión
y la marginación fueron su triste destino. Y aunque algunas
tribus, como los Apaches, Sioux, Cheyennes, Comanches,
Navajos, Pies Negros, Semínolas, Cheroquees, Arapahoes, Kiowas,
Shoshonis y así hasta más de 500 tribus, demostraron su
dignidad intentando resistir la embestida del hombre blanco, su
causa estaba abocada al fracaso, habida cuenta las armas y la
capacidad militar de los invasores.
Desde aquí un homenaje para todas
aquellas tribus autóctonas expulsadas de sus tierras y
especialmente para todos aquellos jefes indios -conocidos
gracias a las películas del oeste- que resistieron con orgullo
y dignidad las embestidas del hombre blanco. Eso sí, quizás
hoy en día deberíamos reconsiderar quienes fueron los buenos y
quienes los malos.
Toro Sentado o Sitting Bull (Sioux) Nube Roja (Sioux) |
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Gerónimo (Apache) Caballo Loco (Sioux) |
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Cochise (Apache Chiricaua) Oso Blanco (Kiowa) |
Conejo Corredor (Pies Negros) Piel de Lobo (Cheyenne) |
Rufino Rojo García Lajara
(diciembre de 2018)
(todos los derechos reservados)
Bibliografía: laflorida.org
Fotografía: J. P. Urdiroz Recreación de los Tercios de Flandes (Jaca)
Con mi especial agradecimiento a Alejandro Llesta de Lillo, que fue quien me informó de la presencia de corraleños en la conquista y colonización de la Florida