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BIOGRAFÍA
Entre los muchos personajes que por una u otra
circunstancia han dejado su impronta en Corral de Almaguer y merecen
por lo tanto ser incorporados a nuestra memoria colectiva, El
Secretario de Ayuntamiento José Fariña Jamardo ocupa
sin lugar a duda un puesto de relevancia.
Nacido en Caldas de Reis (Pontevedra) un 26 de
abril de 1919 en una familia de labradores de izquierdas, en la guerra
civil fue reclutada su quinta por el bando nacional y enviado a
Madrid, Granada, Baleares y Lugo. En 1940 consiguió una plaza de
maestro en prácticas en Gijón y comenzó por libre a estudiar la
carrera de Derecho. En 1942 (años del hambre) ingresó de nuevo en el
ejército para sobrevivir y fue enviado a Vilagarcía de Arousa donde
aprovechó para estudiar las oposiciones para secretario de
administración local, que aprobó en 1945. Eligió el pueblo de
Carbia (parroquia de Vila de Cruces) para comenzar su labor, siendo
testigo del trasiego y explotación minera del wolframio en manos
alemanas. En 1949 pasó a Carballiño donde se casó con Maria Elena
Tojo Barreiro con la que tuvo 3 hijos y donde comenzó su otra gran
afición: la literatura. En 1959 se pasó a la empresa privada,
trasladándose a Madrid como director administrativo de Barreiros-Diesel,
en la que permaneció 10 años hasta la absorción definitiva por Chrisler
España. Al mismo tiempo le ofrecieron la secretaría de Cáceres,
pero solicitó la excedencia para no desplazarse a Extremadura.
De
vuelta a la función pública, en 1970 solicitó la plaza de Corral
de Almaguer, permaneciendo tres años y medio en este Ayuntamiento,
compaginando su puesto con el de profesor del Instituto de Estudios de Administración
Local de Madrid. En 1973 pasó a la secretaría de Getafe, donde su pasión
por la historia y la literatura lo llevaron a publicar numerosos
trabajos sobre aquella población, recibiendo el título de Hijo
Adoptivo y Cronista Oficial del municipio. Tras una estancia de 8 años
en esta población y ya como Presidente del Colegio Nacional de
Secretarios, Fariña regresa en 1981 a su tierra natal como secretario
de la Diputación de Pontevedra, siendo nombrado por decreto “Oficial
Mayor” del recién creado Parlamento de Galicia,
en la convicción de que su larga experiencia y su conocimiento de la
administración constituirían una baza imprescindible para la puesta en
marcha de aquella institución, como así fue y se le reconoció,
quedando posteriormente como asesor.
En 1981 fue nombrado académico de la Real
Academia Gallega y miembro de número del Instituto de Administración
Local, recibiendo a lo largo de su vida numerosos premios de
periodismo, historia, novela y poesía, además del reconocimiento de
varios pueblos gallegos que pusieron su nombre a una de sus calles. José
Fariña Jamardo falleció el 19 de agosto de 2008 y
en 2019, fecha del centenario de su nacimiento, su pueblo natal,
Caldas de Reis, le rindió homenaje y le erigió un monolito de piedra
en su honor.
Su
labor como escritor (en gallego y castellano) es tan variada e intensa,
que no podemos recogerla para no alargar demasiado este artículo, pero
sí apuntar que cultivó las diferentes ramas de la literatura: novela,
ensayo y poesía, por las que recibió numerosos premios, sin olvidar
las investigaciones históricas que lo llevaron a ser miembro de la Real
Asociación Española de Cronistas Oficiales y de las que
afortunadamente también se benefició Corral de Almaguer como veremos a
continuación.
Fariña
Jamardo en Corral de Almaguer.
A finales de 1970, José Fariña Jamardo se
trasladaba a Corral de Almaguer como secretario de primera categoría,
huyendo de las turbulencias que vivió en su etapa anterior con la
absorción de Barreiros por Chrisler España. Curtido en mil batallas
legales y económicas en la mencionada empresa, el Ayuntamiento de
Corral de Almaguer le supuso un remanso de paz. Eran los últimos
coletazos del Régimen de Franco y todavía en los ayuntamientos se
notaba el control directo o indirecto de los terratenientes, si bien
ya casi de manera anecdótica, en paralelo a la decadencia del
dictador. Era alcalde Emilio de la Barreda Maldonado.
Tras
hacerse cargo de las tareas del consistorio, que le resultaron extrañamente
fáciles y simples viniendo de donde
venía, descubrió que contaba con mucho tiempo libre para dedicarlo a
su principal afición: la literatura. Pero ¿Qué podía hacer en aquel
pueblo perdido de la Mancha donde la cultura brillaba por su ausencia y
donde prácticamente todas las celebraciones y actos oficiales giraban
alrededor de la Iglesia y del Colegio de los Hermanos de las Escuelas
Cristianas?
Convencido
de la importancia histórica de la población, según parecían reflejar
muchos de sus edificios, decidió investigar en el archivo municipal
confiando en encontrar algún documento antiguo que le proporcionara la
excusa perfecta para escribir. Lo que descubrió le partió el alma.
Legajos de todo tipo sin orden ni control, atados con cuerdas unos,
amontonados otros, colocados en viejos anaqueles de madera de cualquier
forma y sin catálogo alguno, y el suelo del archivo regado de papeles
oficiales utilizados habitualmente para encender la estufa. Aquello era
un auténtico caos; una pesadilla sin solución a corto plazo. En vista
de que el archivo no le podía ofrecer lo que buscaba y tras constatar
que no había documentos oficiales de más de siglo y medio de antigüedad,
decidió tirar de contactos e investigar en instituciones oficiales del
estado, como la real Academia de la Historia o la Biblioteca Nacional.
Estando en esa tesitura, llegó a la secretaría una carta procedente de
la Universidad de Yale (Estados Unidos) en la que, ¡oh ironía del
destino!, un americano venía a informar a los corraleños sobre la
autoría de su propio Ayuntamiento.
Convencido
del potencial turístico de Corral de Almaguer, Fariña ideó la primera
propaganda moderna de la historia de la localidad y la plasmó en un
famoso tríptico que aún permanece guardado en muchas casas de la
población, acuñando aquel famoso lema que pasaría a la posteridad: “Corral
de Almaguer, donde la mancha empieza a ser”
No contento con eso, Fariña Jamardo publicó en
la revista “Provincia” (Nº
106, Marzo de 1979) que editaba la Diputación de Toledo, un breve
trabajo de investigación sobre la historia de Corral de Almaguer, que
serviría de base para los muchos que posteriormente nos hemos
interesado por la historia de la localidad. Pero dejemos que sea el
propio Fariña quien nos describa magistralmente el porqué de su
publicación.
Mi permanencia
durante tres años
y medio en
Corral de Almaguer desempeñando la Secretaria
de su Ayuntamiento,
me llevaron a indagar
acerca de la historia de esta
villa manchega,
como tengo por costumbre
en todos los pueblos de los que
he sido Secretario,
ya que
soy de aquellos
que aún
creen que no se puede conocer bien
el presente de un pueblo, si no se conoce su
pasado.
Pocos resultados
obtuve, la verdad, puesto que el archivo municipal
había sido destruido
por un incendio, que parece ser el triste destino
de la mayoría de los archivos municipales, y
sus legajos y papeles
no iban más allá de
los inicios de este siglo
XX en que
vivimos. Todo
lo que se sabía oficialmente sobre Corral
de Almaguer y su
historia estaba condensado en unas notas que el simpático y
ya jubilado Rufino,
oficial del Ayuntamiento, conservaba, y cuyo
contenido en diversas variantes había sido publicado reiteradamente en
los “comerciales" programas
de fiestas anuales en honor de la Patrona.
A
base de dichas notas redacté el texto del folleto turístico que bajo
el título “Corral de Almaguer: donde la Mancha empieza
a ser" y
con mi dirección se editó por el Ayuntamiento en 1971. Pero que Corral
de Almaguer tenía una historia importante se
deducía claramente de su monumental iglesia, de su consistorial, de los
edificios que enmarcan su Plaza Mayor, de los otros muchos edificios
blasonados de las familias tradicionales. De su ermita de la Virgen de
la Muela, de haber pertenecido a la Orden de Santiago y de su propio
ambiente y costumbres.
Cuando
en 1970 se efectuaron unas reformas en la Consistorial, a mí me pareció,
y así resultó luego, que aquel edificio era algo más que el consabido
y pueblerino albergue del Ayuntamiento. Efectivamente, había sido
proyectado por el gran arquitecto del siglo XVIII, Ventura Rodríguez
Tizón, como claramente se lo decía al señor Alcalde, en una carta
fechada en 25 de agosto de 1969, Thomas
F. Reese, del departamento de Historia del Arte de la norteamericana
Universidad de Yale, quien trabajaba entonces
en una tesis sobre Ventura Rodríguez y que,
por lectura de Llaguno Amirola, había tenido noticia de que en 1777 el
gran arquitecto español diseñara la Casa Ayuntamiento de Corral de
Almaguer que comprendía: -cuadras para el peso real, oficio de
escribano y sala de Juzgado, y separadas:
carnicerías, cárcel, habitación para el Alcalde, escuela de primeras
letras, cuarto para el maestro, y otros para médico y perceptor-, que
todo ello y más
cabía en efecto en la manzana de la consistorial proyectada por Ventura
Rodríguez, como lo prueba el que hasta hace poco se alojaban en ella,
el Ayuntamiento, el Juzgado, la cárcel, la sucursal de un banco, un
bar, una relojería, los servicios de correos y telégrafos, un
transformador de la U.E., el teleclub, las oficinas del movimiento, la
escuela de música y la agencia de extensión agraria, con vivienda,
además, para el encargado de telégrafos.
El
afán de modernización y reformismo hizo que prácticamente
desapareciese el antiguo patio interior, aunque no afectó a la fachada
que se conserva como antes de la reforma, incluso mejorada, al haber
sido liberados de la cal y el mortero los magníficos soportales de su
principal fachada, gracias a la cooperación de la entidad bancaria
establecida en una esquina de la planta baja, de las dos de que consta
la consistorial corraleña. Esto me puso sobre la pista del expediente
manuscrito que en relación con la construcción de la Casa-Ayuntamiento
se conserva en el Archivo Histórico Nacional, y del que más adelante
daré cumplida noticia. La realización de una serie de actos
tradicionales, cuyo origen desconocían los vecinos y
remontaban en algunos casos <<al tiempo de los moros>>,
confirmaba la existencia de un pasado histórico importante, celosamente
conservado por los corraleños: la romería de Santa Agueda, la traída y
llevada de la Virgen de la Muela desde la ermita al pueblo, el
ceremonial de las fiestas patronales, los ritos de la Candelaria, llamaron
mi atención y bajo el punto de vista costumbrista y sociológico
los traté en una reciente monografía (Tradiciones Locales y
Protocolo. Separata de la publicación
“homenaje a don José María Peláez Suárez”, Secretario General del
Excmo. Ayuntamíento
de Sevilla, 1976.)
Aunque,
en cierto modo, mi compromiso moral con Corral de Almaguer quedaba
cubierto con esta publicación, seguí preocupándome por su pasado. A
través de una referencia de Muñoz Romero, supe de la existencia de dos
manuscritos sobre la historia del querido pueblo manchego, uno de Fr.
Juan Antonio González de Frías que, al parecer, se conservó en el
Convento de las Trinitarias Descalzas de Toledo hasta que dicho convento
desapareció, sin que ni en el Archivo Histórico Nacional ni en Toledo
me diesen razón del mismo; y el otro que lleva por título: «Relación
de la antigüedad y servicios de la villa de Corral de Almaguer” que
se conserva en la Academia de la Historia, en Madrid, en el tomo de
manuscritos número 44, de la Biblioteca Salazar, y del que me ocuparé
enseguida, al igual que de otro manuscrito: “Brebe Descripción de la
Villa y Convento del Corral de Almaguer, Priorato de Santiago de Uclés,
nullius Dioccesis”, incluido en el "Diccionario Geográfico de
España”, de Tomás López, ms. 7.309, de la Biblioteca Nacional.
Aparte
de estos tres manuscritos,
que creo están inéditos,
he ido recogiendo diversas notas y apuntes de
épocas distantes relativas a
Corral de Almaguer y a hechos y
sucesos de su historia
que también transcribiré y comentaré en un posterior
trabajo, pues considero que no
solo pueden reportar cierta utilidad para
un mejor conocimiento del
pasado de esta villa manchega, sino servir
de orientación
a quienes deseen profundizar
en el estudio, que juzgo muy interesante,
de la importante historia de Corral de Almaguer. Con tales materiales
construyo este modesto trabajo que,
en alguna medida, creo puede servir
para que los corraleños, y en
especial los niños y jóvenes
que asisten
a sus centros de enseñanza, y
a los
que está preferentemente dedicado, puesto que no me
he olvidado
de los inconvenientes con que tuvieron que
luchar, por carecer de antecedentes
y publicaciones
al efecto, para escribir
algo acerca de la historia de su pueblo en
la Semana Municipal
de Educación que
con notorios resultados organizamos, y
que esperamos tenga continuidad en el futuro.
Posdata. Ante
la absoluta falta de movimientos culturales en la población, Fariña
organizó entre todos los colegios el primer concurso infantil de
redacción sobre Historia y Tradiciones de Corral de Almaguer. En ese
concurso, que puso en mí la semilla de un futuro interés por la
historia, conseguí el primer premio de redacción consistente en una
caja de lapiceros de colores Alpine. A pesar de la pobreza del regalo,
me fui a casa más contento que unas castañuelas.
RUFINO
ROJO GARCÍA-LAJARA |