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LAS
CASAS DE LA ENCOMIENDA DE CORRAL DE ALMAGUER. (II parte)
La
nueva casa de la Encomienda (Antigua Sinagoga de los judíos)
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Yesería
gótico-mudéjar del salón principal (finales del siglo XV) |
Finalizados
los trámites para la venta de la vieja casa y adjudicada
definitivamente a la familia Briceño, lo siguiente era encontrar un
lugar céntrico y soleado donde levantar la nueva Casa del
Comendador. Como la venta de los viejos edificios no había ofrecido
los resultados esperados, don Lorenzo Manuel solicitó -y obtuvo del
Rey- el permiso para quedarse con el impuesto conocido como “Media
Annata”. Un tributo que estaban obligados a pagar todos aquellos
agraciados con alguna concesión o favor real y que consistía en la
donación a Su Majestad de la mitad de las rentas obtenidas por el
disfrute de la mencionada concesión durante los dos primeros años.
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Venta
de la Sinagoga a la capellanía de los Ayllones |
Y
puesto que por cuestiones de trabajo don Lorenzo Manuel se
encontraba obligado a acompañar al Rey en todo momento, nuestro
comendador otorgó poderes a su procurador en la villa, Pedro
Collado, para que éste se encargase de gestionar todo lo
referente a la nueva edificación. Dado que el presupuesto no daba
para levantar un gran caserón de piedra, Collado convenció a don
Lorenzo para que comprase un edificio ya construido y emblemático,
susceptible de ser reformado y ampliado con nuevas dependencias,
almacenes, graneros, bodegas y corrales. Una jugada perfecta para
el procurador, teniendo en cuenta que su hermano (Juan Collado) y
su primo (Juan de Ayllón), eran copatronos de una capellanía
fundada en la iglesia parroquial en memoria del Comendador Ayllón,
que tenía vinculado entre sus bienes el edificio de la Sinagoga
de Corral de Almaguer. “ Otrosí solía tener la
dicha capellanía, unas casas que eran sinoga de los judíos”. Sinagoga
de la que los patronos querían desprenderse cuanto antes, dada la
escasa rentabilidad que les estaba proporcionando. Y es que a
pesar de tratarse de una magnífica casa, pocos se aventuraban a
vivir en su interior, habida cuenta la psicosis antijudía que se
había instalado en la sociedad española de principios de siglo y
el consiguiente temor a que personas malintencionadas o envidiosas
pudieran ver motivos judaizantes en habitar el inmueble y
denunciarlo a la Inquisición.
[Debemos
aclarar en este punto, que las capellanías eran fundaciones de
carácter religioso, escrituradas ante notario, que tenían como
único objetivo la celebración de una serie de misas semanales
por el alma de los difuntos incluidos en el documento de fundación.
(No olvidemos que por esta época se creía que cuantas más misas
se dijeren por el alma de una persona, más posibilidades tenía
de superar el purgatorio y ascender al cielo). Para poder pagar el
salario del capellán encargado de oficiar los servicios
religiosos, los fundadores debían dejar vinculados a la capellanía
una serie de bienes (tierras, casas, intereses de préstamos,
huertas, animales etc..) de cuyas rentas y beneficios se pudiera
obtener el sueldo del mencionado sacerdote. Sacerdote o Capellán
que, dicho sea de paso, era nombrado por los dos patronos
encargados de la administración de la capellanía, procurando que
perteneciera a la familia y así todo quedase en casa.]
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Escudo
de don Diego Muñoz en el salón principal |
Sin
embargo y en contra de lo que creíamos hasta hace pocos años, la
capellanía de los Ayllones no fue la primera propietaria del
edificio de la Sinagoga después de la expulsión de los judíos,
sino don Diego Muñoz.
Era
don Diego Muñoz el titular de una vieja familia hidalga de la
localidad con fuertes lazos familiares en la cercana villa de
Belmonte. Descendía de los conflictivos Muñoces de Teruel y había
conseguido enriquecerse tras su participación en la toma de Málaga
por los Reyes Católicos (año 1487). Precisamente como pago al
arrojo y valentía demostrados durante el asedio, los Reyes lo
recompensaron con varios edificios y tierras en aquella magnífica
ciudad, además del cargo de regidor en el primer gobierno de la
citada urbe (1489-1491). Protagonizó también en aquella exótica
ciudad, un violento suceso pasional que bien merece ser contado en
otro momento.
De
regreso a Corral de Almaguer pletórico de orgullo y maravedíes e
impresionado por el
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Escudo
de los Muñoces de Corral de Almaguer |
lujo
y belleza de las construcciones islámicas, don Diego compró los
edificios de la sinagoga (quizás los más parecidos a los de Málaga)
con la intención de reformarlos y adaptarlos como vivienda. La
casualidad quiso que por aquel entonces se encontrasen en nuestra
villa canteros y albañiles especializados en la construcción mudéjar,
contratados por el Concejo de la villa para la reforma de la
iglesia parroquial. Junto a los canteros, maestros carpinteros
fabricaban también andamios y cerchas para sujetar las dovelas de
los futuros arcos apuntados, a la vez que tallaban y ensamblaban
las piezas de los “almizates” que adornarían los tres
artesonados del templo parroquial.
Desconocemos
-ante la ausencia total de estudios arqueológicos- qué partes de
la Sinagoga fueron derribadas durante la reforma de don Diego y cuáles
aprovechadas para levantar la nueva edificación. El sentido común
y la presencia de algunas estructuras que parecen adscribirse a épocas
anteriores, nos obligan a pensar que no fueron pocos los elementos
reutilizados, pues entendemos que la sinagoga debió reflejar en
su momento el excelente nivel económico que gozaba la judería de
la localidad, con personajes cercanos a la Corte. Es por ello que
nos atrevemos a pensar que el templo hebreo de Corral de Almaguer
no fue un edificio anodino como en muchos municipios españoles,
sino más bien una construcción singular que destacaba entre las
casas de la población. La prueba está en que a pesar de la
reforma llevada a cabo por su nuevo dueño, los vecinos siguieron
hablando durante décadas de los edificios de la Sinagoga y no de
las Casas de don Diego Muñoz.
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Fachada
y alero del actual edificio |
En
cualquier caso, no cabe duda que los albañiles mudéjares (quizás
por indicación del propio dueño, o porque la Sinagoga ya lo tenía)
otorgaron al edificio ese aspecto exterior de palacio Musulmán.
Aspecto que ha conservado hasta nuestros días, gracias a la
pervivencia de ese impresionante alero o tejaroz mudéjar dotado
de amplio voladizo. Alero sustentado por tres filas de canecillos
labrados, que no sólo lo hacen único en la comarca y le imprimen
ese aire exótico de palacio islámico, sino que lo acercan por
semejanza a los de edificios tan emblemáticos como el llamado
Palacio del Rey don Pedro de la ciudad de Toledo (siglo XIV), el
Hospital de Antezana de Alcalá de Henares (siglo XV), o la
fachada del Palacio del Rey don Pedro de los Reales Alcázares de
Sevilla (siglo XIV) por poner algunos ejemplos. Un detalle
ornamental tan exclusivo y excepcional en la Mancha, que sólo
por eso merece ser protegido para la posteridad.
Pero
sigamos con la descripción de la casa, que aún guarda muchas
sorpresas.
Continuando
con la fachada y a pesar de su aparente austeridad decorativa
(debemos aclarar que se perdió la celosía que adornaba la
ventana superior, además de las ménsulas que cerraban los
laterales del alero, las rejas y el escudo de don Lorenzo
Manuel encima de la puerta) todavía podemos descubrir en ella una
serie de detalles estructurales que nos van a suministrar
interesante información. De entrada, si nos fijamos en el muro de
la fachada principal –la que se corresponde con el alero- vamos
a encontrarnos con dos partes bien diferenciadas que parecen
obedecer a dos tipos distintos de materiales usados para su
construcción. Una primera en la que se aprecia la utilización de
una especie de conglomerado de piedra menuda, que abarca desde el
suelo hasta la mitad del edificio (lo que sería la planta baja) y
otra encima, a base de tapial, muy semejante al aspecto que
ofrece el resto de la edificación. El hecho de que se utilice la
piedra únicamente en esa primera zona de la casa, parece
indicarnos que estamos ante un muro reutilizado de una edificación
anterior (probablemente la Sinagoga o la casa del rabino).
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Muro
de cantería y dovelas del arco |
Sospecha
que se ve confirmada por la presencia en ese mismo muro de un arco
de cantería. Un arco de piedra con forma apuntada u ojival, cuyas
dovelas irregulares parecen indicarnos que no fue ese su aspecto
ni su tamaño original. Si estudiamos con detalle su contorno
exterior, podremos apreciar que el arco sufrió -en alguna de las
reformas- una recolocación y pérdida de dovelas que cambiaron su
configuración. Un aspecto que creemos se correspondería con el típico
arco “túmido” o apuntado en herradura, tan utilizado por el
arte mudéjar en iglesias y sinagogas españolas durante los
siglos XIV y XV y al que, por la razón que fuera, le retiraron
las dovelas de la línea de imposta que formaban los característicos
picos o salientes laterales. Dovelas que podrían corresponderse
con las que se encuentran abandonadas en el patio como soporte de
una vieja pila de piedra.
Pero
no acaban aquí las sorpresas que encierra el arco. Si miramos
detenidamente cada una de esas dovelas, nos encontraremos con una
serie de signos grabados en su superficie. Signos lapidarios que
no obedecen a símbolos mágicos como gustaba creer la imaginación
popular, sino a la marca o firma de los canteros que las
esculpieron, evitando así confusiones a la hora de cobrar por
pieza trabajada. Costumbre muy arraigada en este gremio durante la
Edad Media y que podemos encontrar en la mayoría de los edificios
importantes de la época. El hecho de que en Corral de Almaguer
aparezcan únicamente en el arco de la Casa de la Encomienda,
refuerza la teoría de que la sinagoga fue un edifico emblemático
dentro de la población. Más aún, somos capaces de relacionar e
identificar a los dos canteros que intervinieron en la talla del
arco, al haber descubierto signos lapidarios de similares características
en la llamada Torre de Boabdil del Castillo de Porcuna (Jaén) y
en el edificio más antiguo de Madrid: La Torre de los Lujanes.
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Marcas
de cantero similares a las de la Torre de Boabdil de
Porcuna (Jaén) y la Torre de los Lujanes (Madrid) |
La
Torre de Boabdil de Porcuna, es una bella construcción mudéjar
con forma octogonal y gruesos muros de piedra de sillería,
mandada erigir por la Orden de Calatrava entre los años 1411 y
1435. Según la tradición, en ella estuvo preso el rey moro
Boabdil tras ser apresado por los Reyes Católicos en la batalla
de Lucena.
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Torre
Nueva o de Boabdil en Porcuna (Jaén) y Torre de los
Lujanes, en la Plaza de la Villa de Madrid |
La
Torre de los Lujanes, por su parte, se encuentra situada en la
plaza de la villa de Madrid frente al viejo ayuntamiento de la
capital. Se trata de un torreón mudéjar de cierta altura, en el
que según tradición poco fundamentada estuvo prisionero el Rey
Francisco I de Francia (enemigo mortal del Emperador). Pues bien,
en uno de sus laterales, concretamente en la llamada calle del
codo, se encuentra una bellísima puerta gótico-mudéjar con arco
apuntado en forma de herradura (único en Madrid), en cuyas
dovelas se aprecian los signos lapidarios del cantero que la
esculpió. Signos lapidarios que coinciden totalmente con uno de
los dos que aparecen en el arco de Corral de Almaguer y que nos
ayudan a datarlo a comienzos del siglo XV, en sintonía con la
fecha en que fueron construidos los dos torreones.
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Pilar
ochavado del Patio (Años 80) |
Otros
elementos arquitectónicos que nos inducen a pensar en una
edificación precedente, son los estilizados pilares ochavadas
distribuidos por el antiguo patio del edificio. Pilares cuyo fuste
octogonal claramente mudéjar y capiteles decorados con tres
collares de molduras paralelas (bastante peculiares por cierto),
parecen diseñados para sustentar el arranque de pares de arcos o
algún tipo de entablamento (quizás la galería de mujeres de la
Sinagoga). No podemos descartar por ello que formaran parte de los
elementos de sujeción del viejo templo hebreo, aunque tampoco
podemos desechar totalmente que fueran tallados durante la reforma
de don Diego Muñoz. Sin embargo, el hecho de que a tres de esos
pilares se les cambiasen los capiteles durante la mencionada
reforma y fueran sustituidos por otros más modernos, con escudos,
volutas y vegetales, refuerza la teoría de que proceden de un
inmueble anterior y don Diego simplemente los reutilizó. Como
curiosidad, recoger que los escudos tallados en esos capiteles
fueron picados y borrados posteriormente tras la compra de la casa
por la Orden de Santiago, ya que don Diego Muñoz nunca fue
Comendador. Sin embargo y sin que encontremos una explicación
clara para ello, el escudo de don Diego perduró y sigue
perdurando, en el dintel de la puerta del gran salón de la planta
superior.
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Capitel
con escudo picado intencionadamente |
Y es
precisamente en esa dependencia de la Casa de la Encomienda, donde
vamos a encontrar los elementos estructurales y decorativos más
impresionantes del edificio. Me estoy refiriendo a las bellas
yeserías mudéjares con ornamentación de tracerías y claraboyas
gótico-flamígera de finales del siglo XV que, a modo de alfiz,
adornan las jambas, “albanegas” y dintel de la puerta del
mencionado salón. Unas yeserías mudéjares realizadas muy
probablemente por los mismos alarifes que trabajaban por aquel
entonces en la iglesia parroquial, ornamentando las gradas del
altar mayor: “Otrosí visitaron el altar mayor de la
dicha iglesia, el qual tiene cinco gradas y en las dichas gradas
hay unas claraboyas de yeso labrado... ”.
Pero no debió ser esta la única yesería que adornaba el salón
principal del edificio, pues los escritos que describen la
casa tras su compra por la encomienda, nos hablan de una chimenea
francesa en su lado izquierdo (las chimeneas francesas de la época
solían estar decoradas profusamente con escudos y tracerías góticas)
y una puerta en el lado opuesto adornada con molduras. “Y
en el testero, a la mano izquierda, una chimenea francesa embebida
en la pared. E a la mano derecha está una puerta de madera de
pino con su bastimento e molduras…”.
Y como adelantábamos
anteriormente, por si había alguna duda sobre quien mandó labrar
las yeserías, en el dintel de la puerta -por el interior- se
encuentra tallado el único escudo de armas de don Diego Muñoz
que, por alguna circunstancia, se conservó (quizás por su
pequeño tamaño) y gracias al cual hemos podido datar la compra y
reforma de la vieja Sinagoga, en torno a los años 1493 a 1497.
Por cierto que junto a una de las yeserías apareció también
otro signo lapidario, probablemente el del maestro yesero que las
labró.
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Tracerías
y claraboyas de finales del gótico que adornan las yeserías |
El
otro elemento estructural que sobrecoge al penetrar en la
mencionada estancia, es la espectacular techumbre o “alfarje”
mudéjar de gruesas y apretadas vigas o “jácenas” sobre doble
fila de canecillos, que cubre la superficie del salón y le
confiere una fuerte sensación de solidez. Un alfarje que jamás
ha sido restaurado y cuya superficie –por alguna causa- aparece
exenta de decoración. Junto al alfarje y como recuerdo de la
reforma mudéjar de don Diego, dos quicialeras de madera en forma
de proa de barco, flanquean el vano de la puerta por su lado
interno y nos dan idea de cómo debieron ser las espectaculares
puertas mudéjares -con adornos de lacería- que en su momento
debieron cerrar los salones de la casa. Es de suponer, como ocurrió
con la puerta de la calle, que acabarían en manos de
coleccionistas o anticuarios.
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Alfarje
con doble fila de canecillos del salón principal. |
Existe
finalmente una pieza extraña en la Casa, que la aleja bastante de
las habituales construcciones de la localidad. Se trata de una
especie de aljibe con bóveda y aspecto de baño árabe, al que se
accedía por unas escaleras cercanas al patio y que se encuentra
totalmente hundido en la actualidad. Aunque la presencia de
aljibes en nuestra zona no tiene porqué considerarse extraña, si
lo es en una población como Corral de Almaguer, donde cada casa
contaba con su propio pozo (por más que fueran en su mayoría de
agua salobre). Es por ello que habría que descartar la posible
relación del citado aljibe con el “Mikve” o baño ritual judío
de purificación.
Retomando
la narración histórica, a la muerte de don Diego Muñoz
(probablemente durante la peste de 1507), sus descendientes
vendieron la casa a la capellanía de los Ayllones (año 1510) a
cambio de varias tierras y bienes: Otrosí dejó el
dicho Diego Muñoz unas casas a la dicha capellanía, que fueron
synoga de los judíos, las quales con licencia del convento de Uclés
se trocaron por las heredades siguientes:
Una
viña de mil e cien vides en el pago de la hoscosa, alinde de la
una parte con el cancho viejo e de la otra con Martín González
de la Ovejera.
Más
otra haza de dos fanegas en la vega de arriba, en la laguna, linde
Diego Muñoz.
Otra
haza que dicen de los olmillos, que cabe tres fanegas de cevada,
alinde de la huerta de Sebastián Sánchez.
Otra
haza de quatro fanegas, cerca de la saceda, alinde de los
membrillos de Alonso Martínez Madero.
Quatro
tenajas, las dos fasta quarenta arrobas, e las otras dos a treinta
arrobas.
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Quicialera
en forma de proa de barco |
Mal
negocio para los compradores, pues según apuntamos más arriba y
a pesar de que se trataba de un edificio sólido y de buena
factura -digno de cualquier hidalgo o persona principal- su
adquisición coincidió con un importante incremento en las
actividades del Santo Oficio. Actividades alentadas por el propio
rey Fernando el Católico como venganza al apoyo prestado por los
conversos a su malogrado yerno Felipe el Hermoso, del que
esperaban que aflojase el acoso al que se veían sometidos por la
Inquisición. Pero el destino se volvió en su contra y con la
vuelta del viejo rey, todo aquello que oliera o pudiera ser
considerado como judaizante o tuviera la más mínima relación
con la cultura hebrea (especialmente los conversos y sus
descendientes), fueron considerados como objetivo primordial de la
Inquisición. La psicosis llegó a tal extremo, que nadie se atrevía
a residir en el edificio de la vieja sinagoga –por más que se
encontrase reformado- ante el temor a que personas perversas o
envidiosas pudieran ver intencionalidad religiosa en ello.
Es
por esto que a los patronos de la capellanía se les abrieron los
cielos cuando se enteraron que don Lorenzo buscaba un buen
edificio para la encomienda y que encima su propio hermano era el
encargado de su gestión. El precio no iba a resultar barato, pues
no era cuestión de desaprovechar la ocasión de hacerse con un
buen dinero, conscientes como eran de que el comendador quedaba
muy lejos y la Orden de Santiago no iba a poner problemas a la
hora de cerrar la operación. En consecuencia, la nueva Casa de la
Encomienda de Corral de Almaguer se instaló en las viejas casas
que ocupaba la Sinagoga, reformadas por don Diego Muñoz. A todo
ello había que añadir la placeta que se formaba en sus
inmediaciones (al estilo de las dos que permanecen todavía a lo
largo de la calle Santa Ana) más el callejón del Rojo, que
comunicaba la calle de Santa Ana con la calle de Gasco (cuesta de
los guardias) y que con el paso del tiempo acabó cerrándose
mediante un portón.
Y
aunque las casas se encontraban en bastante buen estado cuando
fueron adquiridas por la Encomienda, hubo que adaptarlas y añadirles
algunas dependencias para graneros, bodegas y corrales, necesarios
para almacenar el producto de los diezmos y demás impuestos
recaudados en la villa y en la vecina Puebla de Almoradiel. Hubo
también que arreglar algunas estancias del viejo edificio, que se
encontraban hundidas o en mal estado por llevar 30 años sin
habitar. Las obras se sacaron a subasta pública en 1538 -según
prescribía la Orden de Santiago- recayendo en el maestro alarife
Hernando del Provencio como mejor postor.
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Vista
de la puerta del salón principal desde fuera y desde
dentro (fotografías años 80) |
Hernando del Provencio era un famoso constructor de la comarca,
cuya familia morisca del pueblo conquense del Provencio se había
afincado en nuestra villa años atrás, con motivo de la reforma
del cuerpo de la Iglesia Parroquial (1492-1500). Hernando o
“Fernando” que de las dos maneras aparece en los
escritos, había conseguido amasar una considerable fortuna
gracias a su especializado saber en la arquitectura mudéjar de la
zona y en todo tipo de construcción en general. Habitual en las
subastas de obras de la Orden de Santiago, se convirtió en el artífice
de la torre de Puebla de don Fadrique, además de varias Tercias y
obras en las encomiendas de alrededor.
Los
trabajos de reforma y acondicionamiento de la nueva Casa de la
Encomienda se llevaron a cabo a lo largo de los años 1538 y 1539.
Y como el presupuesto no daba para grandes florituras, lo que se
hizo fue reutilizar al máximo los elementos constructivos de las
edificaciones anteriores y usar para las nuevas el tapial y la
madera como materiales de construcción. Materiales ambos
relativamente baratos y muy utilizados en la zona para todo tipo
de edificaciones. Desgraciadamente no hemos podido encontrar los
documentos de obra con los detalles del proyecto, aunque básicamente
lo que debió levantarse de nuevo fue la parte de los graneros,
almacenes, bodegas y corrales, más algunos desperfectos en la
vivienda de don Diego Muñoz debidos al prolongado abandono.
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Decoración
de los canecillos del alfarje (foto años 80) |
Quince
años después de esta última reforma, los visitadores de la
Orden de Santiago revisaron la Casa y solicitaron la ayuda de
peritos para comprobar que las obras y gastos se habían ajustado
al proyecto. Como resultado de dicha inspección, los visitadores
acabaron embargando numerosos bienes de la hacienda de Hernando
del Provencio, en compensación por las numerosas irregularidades
y deficiencias encontradas.
Visita de la Casa de la Encomienda (año 1.555)
 |
Decoración
gótico-mudéjar de finales del Siglo XV |
Visitóse
una casa que la dicha encomienda tiene en la dicha villa, la qual
tiene la puerta principal de un arco de piedra de cantería e
sillería y encima un escudo con las armas que dicen ser de los
Manueles. Tiene sus puertas de madera de pino con su clavazón e
un postigo en la media puerta por donde se entra a un zaguán. E a
la mano derecha una cueva con un sótano que sirve de caballeriza,
maderado de puntales serrados por medio, de madera de pino. Está
este sótano debajo de la sala baja del patio. E enfrente de la
puerta principal están un arco de yeso e piedra, por donde se
entra a un patio mediano, en el qual está un corredor sobre
carerras e zapatas de madera de pino, con tres pilares de piedra
con basas e capiteles e tambores de pedazos, con quartones de
madera de pino el suelo olladero, e tabla de chilla acepillada. E
junto, entrando a la mano izquierda debajo del dicho corredor,
metido en la pared, está un pozo de agua salobre, e a la mano
derecha del dicho corredor bajo está una puerta por donde se
entra a una sala baja, asotanada, que está encima de de la
caballeriza. Su bóveda de la dicha sala esta enmaderada de vigas
de madera de pino, viga pie de tercia e quarta, e tabla de chilla.
Junta tiene de largo quarenta e tres pies, e de ancho diez e seis.
Tiene dos puertas de pino con su batidor labrado con su clavazón
e cerradura, de madera de pino. En el testero deste corredor está
una escalera de madera de pino e yeso, por donde se sube al dicho
corredor alto. E debajo della está una pieza pequeña, sin
cerradura, que dicen servir de retrete para la sala susodicha. E
suben deste a otro corredor alto del tamaño del dicho corredor
bajo, con barandas e pilares e verjas de madera de pino. Y el
suelo perdido es de madera de pino de quartones y tablas
acepilladas e juntas. El suelo tiene de yeso. Y éntrase deste
corredor, a la mano izquierda, por una puerta con su cerradura de
madera de pino, a otra sala que está sobre la sala baja
susodicha. Tiene el maderamiento de vigas medianas e tabla de
chilla, de pedazos juntos, acepillada. Tiene una ventana que sale
a la calle con su bastimento e puertas de madera de pino. Y en el
testero, a la mano izquierda, una chimenea francesa embebida en la
pared. E a la mano derecha está una puerta de madera de pino con
su bastimento e molduras, por donde se entra a una quadra del
mismo
 |
Esquina
del alfarje del salón principal |
maderamiento,
en la qual está otra chimenea francesa, y encima della unas
alacenas y una ventana que sale a la calle. Y en esta quadra está
otra puerta por donde se entra a una trasquadra del mesmo
maderamiento, con otra ventana que sale a la dicha calle. E
abajando por la dicha escalera, sobre la mano derecha, está un
corral con una tapia que lo divide el dicho patio, con una puerta
por donde se entra a él. En el otro quarto que está frontero dél,
encima de los corredores, está un pajar junto a la dicha puerta
del corral, e más adelante está una pieza baja que tiene hasta
veinte pies de largo e catorce en ancho, tiene su enmaderamiento
de madera de pino de quartones, sus puertas de pino encajadas en
unos batidores, y encima desta quadra está una saleta con su
quadra con el maderamiento a teja vana a dos aguas, e hállase en
ellas centeno e cebada. Luego se entra por otra puerta e se sube
por una escalera de yeso con batidores de madera, a otra pieza
larga que cae sobre el quarto de la mano izquierda, como se entra
al dicho patio, la qual tiene maderamiento de tirantes e tijeras y
es de madera de pino tosco a dos aguas. Es una pieza del largo e
ancho del dicho quarto, muy buena e necesaria para el servicio de
la dicha encomienda, porque sirve de granero. Tiene dos ventanales
por donde sentra el dicho grano. E bajando del dicho granero, está
una puerta con su bastimento e puertas de madera de pino, por
donde se entra a una cocina grande para el servicio de la dicha
casa. Está enmaderada de quartones de sesma e ochava vigapie e
tabla de chilla acepillada. Junto a esta cocina está una puerta
atajada con su bastimento de madera de pino, por donde se sirve
una recocina de servicio para la cocina, la qual está debajo de
la escalera hurtada. A la mano izquierda de esta pieza, se entra
por una puerta a un quadra que tiene el mesmo maderamiento e suelo
olladero. Tiene una ventana con dos barrotes pequeños de yerro
que sale al patio, ventana e puertas de madera de pino. E junto de
esta pieza esta una escalera por donde se entra a una cueva que
está debajo deste dicho quarto en soterramiento. E más delante
deste mismo quarto, está una puerta grande con dos puertas e
bastimento e penachos de madera de pino e molduras bien labradas,
por la qual entran en una sala baja, e desta a la mano izquierda
se entra a una quadra. El maderamiento de ambas piezas es de la
manera que en las otras piezas deste dicho quarto. Tiene en esta
dicha sala e quadra, sendas ventanas que salen al dicho patio, con
dos barras de yerro en cada una dellas. Esta casa se ha acabado de
hacer después de la visitación pasada, en que estaba comenzada a
hacer.
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La
Casa de la Encomienda en el Siglo XVI (Montaje
fotográfico) |
Relación
de la obra de la dicha casa de la encomienda
Parece
que la obra de la dicha casa se remató en Hernando del Provencio,
vecino de la dicha villa del Corral de Almaguer, en cierta forma e
con ciertas condiciones que mostró -e se vio ante los dichos
visitadores- Juan Guerrero, vecino de Ocaña, en su nombre como
mayordomo de la dicha encomienda. E los dichos visitadores, para
saber si la dicha casa estaba fecha conforme a las dichas
condiciones e remates que della se hizo en el dicho Hernando del
Provencio, mandaron al dicho Juan Guerrero, del dicho nombre, e al
dicho Hernando del Provencio, por sí, e que cada uno dellos
nombrase un oficial que viese la dicha obra e las mejoras e faltas
que en ellas vieren. Los quales nombraron por oficiales: el dicho
Juan Guerrero del dicho nombre a Fernando del Rincón, y el dicho
Hernando del Provencio a Francisco Romero, vecinos de la dicha
villa, maestros de carpintería e albañilería, a los quales se
les tomó juramento en forma. E los dichos visitadores les
mandaron vean la dicha casa e obra della, e vean si está
edificada conforme a las condiciones e remates e obras que el
dicho Hernando del Provencio hizo, e lo que está mejorado o
empeorado en ella. Los quales, teniendo delante las dichas
condiciones, vieron las dichas casas e toda la obras de las casas,
e pareció que tenían de pérdidas e faltas que no estaban fechas
conforme a las dichas condiciones, cinquenta e seis mil e
trescientos e treinta e un maravedíes que tenía gastados, e
descontados seis mil maravedíes que tenía la dicha obra de
mejora, todos los quales eran necesarios para acabar las dichas
casas conforme a las dichas condiciones. Lo qual visto por los
dichos visitadores, de pedimiento del dicho Juan Guerrero, dieron
su mandamiento executorio contra el dicho Hernando del Provencio e
sus fiadores, por los dichos cinquenta e seis mil e seiscientos e
treinta e un maravedíes de las dichas faltas, e se hizo la dicha
execución en sus bienes, los quales se vendieron e remataron en
Francisco de Almogávar, vecino de Ocaña, al qual los traspasó
el dicho Juan Guerrero. Y él se otorgó por contento dellos. E
los dichos visitadores le mandaron que haga hacer las dichas obras
conforme a las dichas condiciones e remates, por manera que queden
en perfección e segund e como estaba obligado el dicho oficial a
las hacer.
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Patio
mudéjar muy parecido al de la encomienda |
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El
patio de la encomienda totalmente cubierto y en estado de
abandono (década de los 80) |
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El
patio de la encomienda en la actualidad |
Nota
final: Don
Lorenzo Manuel nunca llegó a morar en la nueva Casa de la
Encomienda, pues al poco tiempo fue ascendido a Comendador Mayor
de la Orden de Alcántara y pocos años después falleció. El que
sí pudo habitarla fue su hermano Rodrigo Manuel, una vez que el
Rey Felipe II lo nombró Comendador de Corral de Almaguer.
La
casa sufrió numerosas reformas a lo largo de la historia,
aunque siempre conservó el aspecto original de la primitiva
edificación. Los dos últimos personajes que disfrutaron de la
Encomienda de Corral de Almaguer fueron: el Infante don Antonio
Pascual de Borbón (hijo del rey Carlos IV) desde 1801 a 1806 y su
hermano pequeño Francisco de Paula de Borbón de 1806 a 1809
aunque, como la mayoría de comendadores, jamás pisaron el
edificio. Las Ordenes Militares fueron suprimidas en 1809 por el
rey José Napoleón Bonaparte y sus bienes vendidos décadas después
(reinado de Isabel II) durante la llamada desamortización de
Mendizábal. A partir de entonces la casa pasó a manos privadas.
Rufino
Rojo García-Lajara
(Todos los derechos reservados)
Mi
especial agradecimiento a SFC Arquitectura, por su denodado
interés en todo lo que concierne a la recuperación
de los viejos edificios de Corral de Almaguer y por su
desinteresada colaboración. Confiemos que entre todos podamos
conseguir que la Casa de la Encomienda de Corral de Almaguer
(Antigua Sinagoga) sea declarada Bien de Interés Cultural y se
convierta en el tercer edificio protegido de nuestra población.
Bibliografía:
-
Archivo Histórico Nacional. Libros de Visitas de la Orden de
Santiago correspondientes a los años 1.511, 1.515, 1.524, 1.528 y
1.555.
-
Archivo Histórico Nacional. Archivo Histórico de Toledo. Legajo
Nº 24.755. Venta de la Casa de la Encomienda del Corral de
Almaguer.
-
Real Academia de la Historia. Colección Salazar. Manuscrito
9/121. Genealogía de los Muñoces
-
Amador de los Ríos, José. Historia de la Villa y Corte de
Madrid. Volumen II. Año 1862. (pags. 455 a 457).
- Gómez
Terreros, M. Valle. Arquitectura de las Órdeneas Militare en
Andalucía. Universidad de Huelva Año 210 (pags. 357 y
358).
Fotografías:
Del Autor, SFC Arquitectura, Juan Ángel Fernández Andrade y
Senderos Esotéricos.
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